La crisis del cooperativismo mondragoniano

La caída y fisuras de la empresa insignia del grupo mondragoniano ha puesto en el centro del debate el modelo cooperativo y su viabilidad.

Lluís Rodríguez Algans | Periódico CNT

A finales de 2013 apareció en
todos los medios la noticia de la entrada en concurso de acreedores de Fagor,
una de las empresas de referencia del grupo Mondragón Corporación Cooperativa.
Ante la noticia muchos comentarios se dirigían a cuestionar el modelo
cooperativo y su viabilidad en el contexto de crisis. La noticias recientes
apuntan a que una parte del impacto de este cierre lo podrá compensar el propio
grupo con recolocaciones de socios, afectando el desempleo a 900 de los 2100
entre socios y eventuales. Sin embargo ello no ha evitado que el mismo
presidente de la corporación dimitiera ante la caída del emblema del grupo, de
la que además había sido director desde 2005.

El
grupo Mondragón es uno de los principales referentes del cooperativismo
mundial. ¿Qué tipo de cooperativismo representa? Dicho de otra forma, ¿cuáles
son sus virtudes y sus defectos? ¿Cuáles son las causas y consecuencias de la
caída de Fagor Electrodomésticos?

Cooperativismos

Así
en plural es cómo hay que entender el movimiento cooperativo. Así pues, podemos
diferenciarlo en dos grandes grupos: por un lado aquellas cooperativas que,
siendo de trabajo, consumo, vivienda, etc., se constituyen como un fin en sí
mismas, y aquellas otras que pretenden, bajo una forma jurídica, colaborar en
la transformación social, como un medio para ello. Esta perspectiva primaria
nos sitúa en el debate para entender el modelo mondragoniano y cómo este
afronta las decisiones estratégicas, la inserción en el mercado capitalista y
los procesos de crisis empresarial.

Las
cooperativas, en general, se establecen como organismos económicos de
producción y consumo anclados en el territorio. En el caso de la inter-cooperación,
estas relaciones se refuerzan en ese mismo territorio, lo que supone un activo
importante tanto para la generación de empleo y renta, como para las relaciones
de consumo. También desde la perspectiva económica, se crean puestos de trabajo
de mejor calidad, con mayores incentivos al trabajo dado que se tiene un mayor
nivel de acceso a la información y la participación, lo que supone mayor productividad,
calidad y creatividad. Se da una distribución más igualitaria de los beneficios
y mayores niveles de estabilidad laboral. Por otra parte pueden proporcionar
alimentos a menor precio o más sanos. Desde otra perspectiva, las cooperativas
desarrollan procesos pedagógicos, técnicos y políticos que aumentan la cohesión
social creando comunidad. Las cooperativas demuestran en general la posibilidad
de alternativas y es en este punto que la caída de Fagor, las fisuras del
modelo mondragoniano, han puesto en el centro del debate a todo el
cooperativismo.

Las
cooperativas en el sistema capitalista están sometidas a la necesidad de operar
en el mercado y de trabajar con criterios de viabilidad y rentabilidad. Si bien
estos condicionantes no son los únicos y eventualmente se pueden flexibilizar,
sin duda determinan la evolución de las mismas. Asimismo, al existir en este
medio, pueden reproducir los valores y mecanismos que son contrarios a la
economía social. Esto puede llevar por ejemplo, a establecer estructuras
salariales parecidas a las de las empresas capitalistas, a establecer tipos de
contratación precarias o, cómo es el caso del modelo mondragoniano, tener un
modelo de gestión más tecnocrático que democrático, como por ejemplo
inversiones extranjeras y control de empresas capitalistas.

En
este contexto, la otra perspectiva del cooperativismo, de las formas de
autogestión del trabajo y el consumo, se plantean cómo un instrumento de
trabajadores y ciudadanos para avanzar a un cambio social, acabar con la
propiedad privada y el trabajo asalariado. Desde este enfoque se trataría de
prefigurar en su actividad interna y externa los principios éticos, políticos y
económicos de la sociedad futura. La política pre-figurativa, totalmente
asentada en la praxis libertaria, supondría por ejemplo no explotar a otros
trabajadores no cooperativistas mediante relaciones socioeconómicas
capitalistas. Las cooperativas con perspectiva transformadora buscan apoyar
luchas obreras y sociales, pueden dedicar parte de sus beneficios al apoyo de
las mismas y también al apoyo de quienes están represaliados en esas luchas.

Auge y caída de Fagor

Fagor
electrodomésticos -que dentro del grupo, Fagor ha sido la empresa principal-,
ha tenido un peso fundamental en la industria del País Vasco y en las comarcas
donde se ha asentado. Debido a su actividad principal, la empresa se ha
centrado en la provisión de electrodomésticos al mercado, que con el auge de la
construcción de vivienda, ha sido un subsector en expansión también. Es por
ello que sus resultados evolucionaron de los 5’9 y 13’4 millones de euros de
beneficio en 2006 y 2007, a la entrada prácticamente en pérdidas en 2008 y
acumulando pérdidas de entre 20 y 90 millones de euros en el período 2009-2013.
Estos resultados se deben obviamente a factores externos como pueda ser la
evolución del mercado, a la propia política de gestión de situarse con
productos ni de muy alta calidad, ni de baja calidad por lo que supone la
imposibilidad de competir con países de bajos costos laborales, e incluso a las
políticas de inversión externa, adquiriendo empresas capitalistas en países con
bajos costos laborales que tampoco han resultado rentables a su estrategia de
crecimiento e internacionalización.

Si
bien los factores externos han condicionado la evolución de Fagor, los
internos, los derivados del modelo de cooperativismo que representa, han tenido
su estrecha relación para poder comprender dicha evolución. Desde una óptica de
la inter-cooperación, la falta de perspectivas para la rentabilidad de la
compañía llevó a que el propio grupo dejara de aportar recursos para compensar
las pérdidas que estaba generando -hasta 300 millones de euros en los últimos
años-. Por otra parte, los propios cooperativistas de Fagor se expresan en
diferentes entrevistas en términos de involución en la participación de la
entidad, en la pérdida de valores y principios ideológicos del cooperativismo.
Esto se ha materializado en la cada vez menor implicación de los
cooperativistas, en el poco trabajo de integración de los nuevos
cooperativistas en los valores de gestión y dirección, lo que ha supuesto
también la toma de decisiones estratégicas delicadas sin la implicación de la
mayoría.

En
cualquier caso, las consecuencias de la caída van a suponer que de los 2100
trabajadores y trabajadoras entre socios y eventuales, al menos 900 vayan al
desempleo, mientras que el resto serán recolocados en otras cooperativas del
grupo. Asimismo, la salvación de las unidades productivas podría dar empleo a
entre 600 y 750 personas.

Crisis de Mondragón

Actualmente
está abierta una crisis en la corporación a raíz de la caída de Fagor, de las
dificultades que atraviesa Eroski, ambos emblemas del grupo. Esta crisis ha
llevado a la dimisión de su presidente, Txema Gisasola. Actualmente el grupo
cuenta con 289 entidades, de las cuales 110 son cooperativas y genera empleo
para 80.000 personas. La facturación ha venido descendiendo en los últimos años
y agudiza la situación general del grupo. En este marco se está estableciendo
un fuerte debate interno sobre si centralizar aún más las decisiones quitando
peso a las cooperativas y hacer de Mondragón una especie de grupo empresarial
al uso -tesis defendida por el presidente dimitido-, o bien dotar de mayor
autonomía a las organizaciones para que se consolide como una agrupación de
interés económico, sector capitaneado por aquellas entidades con mayores
beneficios.

No
se debate, a priori, la necesidad o no de incrementar la participación en las
decisiones, de ir generando otra cultura cooperativa más centrada en la
implicación de las decisiones. Tampoco parece debatirse la posibilidad de
reforzar la intervención económica en el territorio, la alianza con otros
movimientos -sindicales, sociales-, etc. Parece ser que el cooperativismo de tendencia
neoliberal -insertado en su lógica- no va a realizar una reflexión profunda
para un cambio como el que reclaman los tiempos actuales.

Es
posiblemente en las crisis, donde se fraguan las soluciones que deben reforzar
los gérmenes para las alternativas al sistema capitalista y explotador en el
que vivimos. A ello debemos contribuir.

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