La memoria sepultada en Barcones

Barcones
es un pequeño pueblo de la provincia de Soria, muy cerca de Guadalajara. Sus
alrededores son realmente hermosos. Apenas cuenta con más de 500 vecinos. Si
visitas sus calles o su entorno nunca podrías imaginar que el horror se instaló
allí en 1936, cuando estalló una Guerra Civil que nunca existió en esa zona.
Porque si de algo fue testigo Barcones no fue de combates sino de la represión
pura y dura de los franquistas.

Julián Vadillo | Periódico CNT

Fotografía: Álvaro Minguito

A
las afueras del pueblo, entre Barcones y la provincia de Guadalajara, hay
varios terrenos de labranza. En uno de ellos, perteneciente a un antiguo
alcalde franquista, se había 10 cadáveres. ¿Quiénes eran? Eran seis
republicanos y cuatro anarquistas que fueron fusilados el 14 de agosto de 1936.
Sacados de la cárcel de Burgo de Osma (a apenas 30 kilómetros de la zona)
fueron llevados hasta allí y ejecutados. Fueron enterrados en dos fosas
distintas. En uno los seis republicanos, todos de San Esteban de Gormaz. En
otra los cuatro anarquistas que se negaron a confesar. Allí han estado
sepultados durante 77 años. Allí estuvo la memoria bajo tierra.

Pero a pesar de los años que han
pasado, de las penalidades que el franquismo impuso a las familias y de los
intentos de olvido que el actual sistema estableció tras los pactos de silencio
de la Transición, hay quien no quiso olvidar. Y no quisieron olvidar porque
recordar y restablecer la verdad es el mejor ejercicio que se puede hacer. Los
familiares de los que allí estaban no han olvidado. Las asociaciones memorialistas
no han olvidado. Las organizaciones a las que pertenecían los fusilados no han
olvidado. Esta conjugación ha posibilitado rescatar la verdad en Barcones.

Gracias a la Fundación Aranzadi, que
ha realizado un trabajo de terreno impecable, a la capacidad de trabajo de Iván
Aparicio García, presidente de la Asociación Soriana Recuerdo y Dignidad, y al
tesón de algunos familiares se han podido recuperar a algunos de los fusilados.
Los días 19, 20 y 21 de julio comenzaron las tareas de excavación y localización
de las fosas. Los primeros en aparecer fueron los seis de San Esteban de
Gormaz. En posición de fila de tres y unos encima de otros. Una imagen
terrible. Una muestra de lo que fue la represión y el genocidio del franquismo.
Ese sistema que para algunos era algo plácido donde poder vivir, pero que
sepultó bajo tierra a miles de españoles, a otros los condenó al exilio y a
otros al ostracismo.

Las tareas siguieron pero la fosa
con los cuatro anarquistas no apareció. Tras los trabajos realizados durante
todo el día el sábado y la mañana del domingo fue imposible dar con ellos. Se
cavó en la zona donde un testigo presencial vio los asesinatos.  Pero no aparecieron. Quizá en otra zona
alrededor de donde se cavó estén. Familiares y asociaciones de memoria van a
volver en breve para rescatar los cuerpos de los cuatro libertarios.

Los anarquistas de
Barcones. Arsenio Martínez

Soria fue un enclave importante del movimiento
libertario. La línea férrea que llegaba hasta Aranda de Duero era zona de
influencia de la CNT. Así lo atestiguan los datos que de esa zona se extrajeron
del Congreso de Zaragoza de mayo de 1936. Según los datos de dicho congreso
rescatados por Juan Pablo Calero en el trabajo “Vísperas de la revolución. El
congreso de la CNT (1936)”, había 140 afiliados en Arcos de Jalón y 403 en
Soria capital. Entre esos 403 se encontraba la figura de Arsenio Martínez.
Arsenio fue, con toda probabilidad, la figura más representativa del
anarcosindicalismo soriano. Chófer de profesión, Arsenio Martínez pertenecía a
esa clase de anarquistas autodidactas que adquirieron una enorme cultura
haciéndose una referencia no solo política sino social y cultural. Recorría
varios pueblos de la zona soriana, bajaba a la vecina Guadalajara para
intervenir en mítines. Pero su militancia no se centraba solo en la CNT.
También fue integrante del grupo anarquista “Los Intransigentes” de la FAI,
junto a González Inestal, Benigno Mancebo o Lorenzo Íñigo. Una figura así no
podía pasar desapercibida. Era integrante de un anarquismo humanista muy
cercano a la figura de Melchor Rodríguez, al que conoció en el Madrid
republicano como militantes faístas. Colaboró en varios periódicos de la época,
entre ellos
El Trabajo de Soria.

Cuando se perpetró el golpe de
Estado contra la República, Arsenio Martínez acudió hasta el Gobierno Civil
para pedir armas al pueblo. Sus peticiones no fueron aceptadas. Y con ellas el
desastre para el movimiento obrero en Soria así como para la propia República.
Fue detenido y condenado a muerte. Los reaccionarios no podían pasar la ocasión
de eliminar a una de las figuras más prestigiosas del obrerismo soriano. Según
el libro
La represión en Soria durante la
Guerra Civil
(escrito en 1982 por Gregorio Herrera Balsa y Antonio
Hernández García) tuvo un discurso ante su pelotón de fusilamiento como
perdonando lo que iban a hacer contra él y sus compañeros. Más cercano a la
leyenda que a la realidad es probable que Arsenio Martínez diera un discurso de
despedida manteniendo intacta su posición anarquista.

Han pasado 77 años de su ejecución y
la de sus compañeros. Hoy estamos a punto de recuperar su cadáver para rescatar
su memoria. Por deseo de la familia y particularmente Miguel Romera (su
sobrino-nieto), la Confederación Nacional del Trabajo de Guadalajara les hizo
entrega de una bandera para que cuando aparezca su cuerpo pueda ser enterrado
en los colores por los que luchó. Los colores del anarquismo. La bandera de la
clase obrera. Así se hizo y así lo hubiese querido él mismo.

La memoria libertaria 77 años después
ha sido rescatada en Barcones.

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