Si no hay igualdad para todos, no habrá paz para nadie.
Miseria y rebelión, por mucho que traten de evitarlo, tarde o temprano siempre caminan de la mano. En Bariloche, los dólares y el lujo no pueden ocultar la extrema pobreza en la que se encuentra sumida la mayoría de la población. Desocupación, exclusión y marginación son la verdadera cara de la ciudad, la que se muestra invisible a los ojos de los turistas. La olla a presión, que llevaba años esperando ser destapada, estalló hace días poniendo de manifiesto un conflicto social mucho más profundo que una oleada de saqueos incontrolados y que se extendió por otras ciudades, evidenciando un malestar generalizado que no puede maquillarse con el bienestar de una minoría.