Cocktail del turismo masivo

SINDICAL | Lanzarote | Fotografía de Osvaldo G. | Extraído del cnt nº 426

Ingredientes: base sustanciosa de bajos sueldos y aderezos de exclusión social, agitado con fuerza al añadir puñados de xenofobia. El resultado, un fascismo por venir, que se alzará solo como espuma de nata montada, dejando en el paladar aromas subtropicales.

Las cifras de turismo venían batiendo récords, en los últimos años, y 2020 no apuntaba a ser menos, con una patronal hotelera que aplaudía y descorchaba el cava para beberlo a morro cual garrafón. La alegría, generalizada, no sólo de la planta alojativa, también en bares y restaurantes, agencias de viaje, touroperadores, cruceros, compañías de excursiones y un largo etcétera.

El mensaje que transmitían era claro «todas teníamos que tener trabajo» y justamente era lo que —en teoría— se estaba consiguiendo, donde rozar los 84 millones de turistas era algo, por lo tanto, bueno para todas, cual «democratización del 78»; democratización de un sector privado como si nos estuviesen hablando de la educación o la sanidad.

Teníamos trabajo, pero no nos decían la calidad de esos puestos. Simplemente se limitaban a repetir, cual mantra, que el turismo era un producto de ‘alto valor añadido’, curiosamente, inversamente proporcional a los puestos de trabajo.

La llegada de la pandemia truncó esos ríos de cava a raudales, justo cuando uno de los primeros brotes tuvo lugar dentro de un hotel, el H10 Costa Adeje Palace, en Tenerife. El bloqueo del hotel entero que se tachó de excesivo. Desde entonces hemos pasado una primera ola discutiendo entre salud y economía, donde las evidencias apuntan a que ha prevalecido la economía, sin duda.

Se dan situaciones tan paradójicas como la de Tenerife, donde el Gobierno de Canarias ha cerrado la isla para residentes locales, pero sí se permiten llegadas internacionales y de la península si estas cuentan con una reserva turística.

No ha sido hasta mediados de la segunda ola, en la cual se han empezado a poner medidas que debían haberse implementado desde el inicio, como la exigencia de PCR para desplazamientos a lugares de destino turístico. Un ejemplo, Canarias, donde la única vía de acceso masivo es en trayectos aéreos.

Por medio, hemos visto a una patronal luchando para que paguemos entre todas unos gastos que deberían corresponderles a ellos, logro que han conseguido. Recordemos, que medidas un tanto similares, como la aplicación de la ‘Ecotasa’ en el precio de los billetes a Canarias, también fueron respondidas con intensidad por la patronal, consiguiendo que no se aplique.

Tanto se ha retorcido el turismo, que siendo uno de los sectores que menos se mueve, en cuanto a reivindicación de derechos laborales se refiere, ha llevado a cabo intensas campañas en contra de los cierres sanitarios, es más, dándose situaciones tan paradójicas como lo que ocurre en Tenerife, donde el Gobierno de Canarias ha cerrado la isla, en cuanto acceso y vuelos de residentes locales, pero sí se permiten llegadas internacionales y de península si estas cuentan con una reserva turística.

Tal ha sido el calado de lo removido, que los sindicatos amarillos han salido a la calle, alegando ¡eso sí! el mantenimiento de los puestos de trabajo, pero ¡oh casualidad!, coincidiendo estas manifestaciones en mitad de un intenso debate por la financiación de las PCR, si se abonaban desde lo público o las financiaban hoteleros y touroperadores.

Los datos de pobreza extrema y población con riesgo de exclusión social coinciden con mayor intensidad cuanto mayor es el grado de dependencia del turismo.

Pero sin duda, el momento en que la patronal ha terminado de quitarse la careta ha sido con la llegada de cayucos y pateras a las islas, donde de la mano de la extrema derecha ensalzan el discurso xenófobo. Lo que pagan el Gobierno y Europa por mantener en los hoteles a las personas migrantes son migajas al lado del gran botín del turismo, donde tenían la esperanza de llenarse los bolsillos con la campaña navideña, cual «Piratas de la Macaronesia», sin tener ni siquiera en cuenta la intensidad de esta segunda ola, que ha roto todos sus «sueños navideños».

Los datos de pobreza extrema y población con riesgo de exclusión social, no sólo en Canarias, sino en el resto del territorio español, coinciden con mayor intensidad cuanto mayor es el grado de dependencia del turismo. La pandemia solo está acuciando una situación que ya era muy evidente. Organizarnos para revertir esta dura situación dependerá de nosotras.

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