El sector textil en Sri Lanka, más amenazado pero más organizado

Delegado de CNT para la Conferencia Internacional en Sri Lanka | Reportaje gráfico: Laura L. Ruiz – Diferentes momentos de la Conferencia | Extraído del cnt nº 424. Sección Global

Parece muy lejos ya el tiempo en el que podíamos viajar por ocio, por trabajo o para estrechar lazos con trabajadoras y trabajadores de otros estados. La cercanía y complicidad resultante de una asamblea presencial, un mitin en la calle o encuentros presencial. Y aunque parezca lejano, no debemos olvidar que esos momentos se dieron y tendrán sus frutos. Como la 1a Conferencia Internacional del sector del textil que se celebró en Sri Lanka el pasado mes de febrero aupada por la Confederación Internacional del Trabajo (ICL-CIT) y apoyada por sindicatos de Asia, Europa y América. Un encuentro que tenía un objetivo claro: buscar estrategias para que las trabajadoras del sector textil a nivel global unan fuerzas y sean más fuertes en todos los eslabones de la cadena productiva y comercial. A los cierres de fábricas, la represión sindical, el robo sistemático de sus derechos, su seguridad laboral y sus salarios se le unió poco después los efectos de las medidas tomadas a raíz de la crisis sanitaria por el coronavirus.

La que fuera una de las organizaciones anfitrionas en este encuentro, el colectivo de trabajadoras Dabindu, denuncian que viven una situación de indefensión absoluta. A la incertidumbre sobre su subsistencia —al haber parado toda la producción por el lockdown total que vivió la isla desde el pasado 20 de marzo— se unió que más de 20.000 trabajadores del textil se encontraban en ese momento lejos de sus hogares y no podían volver a ellos. Estuvieron confinados en pensiones e infraviviendas durante semanas, siendo en la mayoría mujeres con menores a su cargo que trabajaban para marcas occidentales como Gap, H&M, Marks and Spencer, Tommy Hilfiger, Decathlon o Victoria Secret. En una situación similar se encuentran miles de trabajadores en Bangladesh o Myanmar.

Llegan peticiones de ayuda global para frenar la represión sindical que viven las trabajadoras por parte de marcas como Mango o Zara, que aprovechando la crisis del Covid-19 están despidiendo a la parte de plantilla relacionada con la lucha sindical.

Desde allí llegan peticiones de ayuda global para frenar la represión sindical que viven las trabajadoras por parte de marcas como Mango o Zara, que aprovechando la crisis del Covid-19 están despidiendo a la parte de plantilla relacionada con la lucha sindical. Una represión que no es nueva, como contaron en el encuentro organizado por CIT representantes de la Federation of Garment Workers Union (FGWU) de Myanmar. Las empresas contrarrestan el éxito de las huelgas —donde trabajadores de muchas fábricas, no solo la implicada en el conflicto, paralizan todo e incluso acampan en la puerta de las instalaciones—, cerrando y volviendo a abrir al cabo de unos días para desembarazarse de los trabajadores que se movilizan.

De la misma manera, Garment Workers Trade Union Center (GWTUC) de Banglaseh explicó que la situación en este país no estaba mucho mejor antes de la pandemia y se vislumbra un futuro muy peligroso para los trabajadores cuando pase. Detallaron que los sindicalistas o trabajadores que exigen mejoras son arrestados, despedidos e incluso presentan denuncias falsas contra ellos. Sin ir más lejos, el año pasado vieron que una batalla por subir el salario mínimo terminó con 5000 despidos y la impunidad empresarial en tragedias como la de Rana Plaza. Por eso, en la conferencia se dio especial valor a la unión de sindicatos independientes de partidos políticos y de base, donde los trabajadores afiliados controlen las decisiones y no se den conflictos de intereses.

Trabajadoras organizados e independientes

Otro de los temas transversales que se vieron en toda la conferencia es la presencia de la mujer en este sector. En líneas generales destaca la implicación de las trabajadoras (con un porcentaje de entre un 80 y 90% de las afiliadas en muchos de los sindicatos presentes) y la incapacidad de pagar cuota en muchos de lo casos. En esa situación se encuentran gran parte de los 1500 afiliadas que conforman Dabindu Collective de Sri Lanka, que antes eran una asociación de mujeres y el pasado año se constituyeron como sindicato. En Bangladesh, además de constatar también que el mayor porcentaje de las afectadas por las malas condiciones de trabajo son mujeres.

El colectivo Dabindu —que fue el primero en celebrar el 8 de Marzo en Sri Lanka- destacó que las dificultades de las trabajadoras van mucho más allá del salario o la precariedad, también pasa por el acoso sexual y la violencia. Agresiones que se dan dentro y fuera del puesto de trabajo, pero que como sindicato deben estar alerta. Por ejemplo, comentaron una situación muy común en las fábricas de textil. Las mujeres cobran por la alta producción, por lo que cuando se estropea una máquina son las primeras interesadas en que se arregle lo antes posible. Por eso, se ven obligadas a ser amables con los técnicos y muchas veces a tener ‘una relación con ellos’. Algo que se les es recriminado por sus maridos al llegar a casa, colocándoles entre la espada y la pared: o no reciben un jornal ese día, o son agredidas en casa.

El colectivo Dabindu —que fue el primero en celebrar el 8 de Marzo en Sri Lanka- destacó que las dificultades de las trabajadoras van mucho más allá del salario o la precariedad, también pasa por el acoso sexual y la violencia. Agresiones que se dan dentro y fuera del puesto de trabajo, pero que como sindicato deben estar alerta.

También explicaron que la protección por enfermedad es prácticamente inexistente. Se trata de un problema que ha hecho que se disparen los accidentes laborales y que incluso haya muertes por enfermedad en los puestos de trabajo, según indicaron desde la Unión Nacional de Trabajadores Migrantes (National Union Migrant workers of Sri Lanka) de Sri Lanka. Se joven tampoco es sinónimo de mejoras ya que su salario suele ser muy bajo y su trabajo muy temporal, incluso por días sin saberlo de antemano. En Sri Lanka además se suma la dificultad de que en el norte del estado no existen los tribunales especializados en derecho laboral, por lo que es más difícil llegar a un veredicto y las empresas cuentan con que los trabajadores no tengan recursos para llevar el conflicto a la capital.

Acción sindical, en todos los eslabones

Desde Argentina, las compañeras de FORA pudieron formar parte de la conferencia animando al resto de las trabajadoras del textil a luchar. La realidad argentina es muy similar a las del Sudeste Asiático en muchos sentidos, aunque también algunas diferencias. Como el hecho de que las trabajadoras en Sri Lanka o Myanmar son migrantes del rural a lo urbano, mientras que en Argentina cuentan con muchas mujeres venidas de otros países como Bolivia. Muchas veces incluso existe trata de personas, como indicaron las compañeras en su intervención.

Desde CNT, que también asistió al encuentro, se insistió en la manera de organizarse. Las decisiones se toman de abajo a arriba y son las asambleas quienes toman las decisiones. Las secciones sindicales son elemento revolucionario clave en el modelo sindical de la central del estado español, puesto que representa la manera de trabajar de manera horizontal que queremos para una sociedad libre y equitativa. «Cuando tu tienes una implementación fuerte en una empresa con una sección, tú puedes exigir mejoras que estén por encima del mínimo legal y cambiar la realidad laboral para muchos más trabajadores. Incluso llegar a tomar el control de las decisiones de empresa. Si el empresario no sabe como hacerlo o cree que pierde dinero, que no se preocupe, que los trabajadores pueden llevarlo a cabo solos», comentó el representante de la ICL-CIT y miembro de CNT, que terminó advirtiendo que «hacerse con el control de las estructuras de producción es el objetivo final del comunismo libertario que inspira nuestras organizaciones». «Por eso somos un sindicato revolucionario», finalizó.

Como conclusión de la conferencia y avalado por este momento de crisis global, mantener el contacto entre organizaciones y trabajadoras es vital. Así como usar el impulso de días como el Women March (8 de Marzo) o el Global May Day (1o de Mayo) para extender y afianzar el modelo de sindicalismo revolucionario.

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