Vacunas y patentes: la propiedad

PALABRAS ECONÓMICAS | Extraído del cnt nº 426.

Las cifras del Covid-19, a 19 de diciembre de 2020, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el Mundo son 75.911.580 casos confirmados y 1.680.773 fallecidos. Sin embargo, las cifras reales son mucho mayores, y para ello solo hace falta comparar las cifras de muertos por países para el mismo periodo del año anterior.

Las cifras no dejan de crecer día a día, y todas las esperanzas están centradas en la vacunación inmediata de la población. Vacuna que se ha logrado disponer en un breve espacio de tiempo debido a una financiación pública sin límite de la industria farmacéutica, a través de los contratos de compras a futuros y subvenciones (vacuna de Pfizer y BioNtech, más de 375 millones de euros de Alemania, a modo de ejemplo) y, sin embargo, la vacuna solo llegará de forma inmediata en los primeros meses de 2021 al 14% de la población mundial, no por falta de dosis sino por acumulación de la vacuna en los países ricos del capitalismo avanzado.

La mitad de las dosis de la vacuna han sido acaparadas por países que representan el 14% de la población mundial, y la otra mitad irá destinada al 86% de la población mundial pero llegará con mucho retraso, a finales de 2021 o principios de 2022, dependiendo de la capacidad mundial estimada de producción. Para la mayoría de la población de los países pobres la vacuna no llegará hasta el 2024.

El problema radica en la existencia de la patente y propiedad intelectual sobre la misma, que impide que se pueda compartir su fabricación de un modo abierto y universal. De esta forma el problema de su fabricación mundial estaría resuelto y la distribución equitativa a todo el conjunto de la población mundial también, en un breve espacio de tiempo.

La propiedad privada de los medios de investigación, creación y producción, protegidos con las patentes (protección Estatal), pero financiados con recursos públicos, constituyen el problema para solucionar de una forma equitativa las injusticias sanitarias, sociales y económicas, que el propio capitalismo y sus gobiernos provocan.
La propiedad, la industria farmacéutica, el capitalismo y los estados forman parte de lo mismo: la barbarie capitalista. La solución viene de la prefiguración, aquí y ahora, de la sociedad sin clases sociales, con identidad de intereses, sin distinción de ningún tipo, en igualdad social, económica y sanitaria. El camino: la autogestión generalizada de la vida, la independencia económica, social y sanitaria.

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