Competencia y mercado: mentiras y pobreza

COLUMNISTAS | JOSÉ LUIS VELASCO

Que la competencia y el mercado son una
mentira lo sabemos todos, pero a pesar de ello los gobernantes las utilizan
como base y justificación de sus políticas, y sobre todo como si fueran
beneficiosas para la sociedad.

La Comisión Europea multa en diciembre
de 2013 a los grandes bancos europeos y americanos con 1.712 millones de euros,
por manipulación de los tipos de interés, que sirven de referencia a los préstamos
hipotecarios y los préstamos en general, la sanción es por prácticas
anticompetitivas. La sanción no va a llegar ni al uno por ciento de lo que han
obtenido con la manipulación de los precios. El negocio, el robo y la mentira
son muy rentables, seguirán en ello, pero con más cuidado.

Sirva también como ejemplo la
manipulación de los precios de la electricidad en España, tan escandaloso que
el gobierno el 20 de diciembre de 2013 ha anulado las prácticas de fijación de
precios de la electricidad, por manipulación de los precios por las compañías
eléctricas y por prácticas anticompetencia.

El capitalismo tiene en la competencia y
el mercado su base ideológica para argumentar que es una doctrina
económica,  y justificar sus políticas
económicas como las únicas eficaces para gestionar la actividad económica. La
competencia nos la definen como el mecanismo que actuando en el mercado asigna
eficazmente los recursos económicos, 
fija por medio de las reglas de la oferta y la demanda los precios de
los bienes y servicios.

Sin embargo, la realidad se encarga de
demostrar todo lo contrario. El Capitalismo funciona sin las reglas de la
competencia, y tiende a funcionar en régimen de monopolio y de oligopolio, como
lo demuestran las constantes y generalizadas sanciones a todas las empresas de
todos los sectores económicos por actuaciones anticompetencia. Sobre todo
porque el capitalismo funciona como una estructura de poder económico, donde la
fuerza de la jerarquía económica determina la posición y actuación de cada uno.

El principio de la competencia es
utilizado por los gobernantes y el capitalismo para justificar sus políticas
económicas antisociales, situando los dogmas doctrinarios ideológicos del
capitalismo (es decir sus privilegios, poder y riqueza) por encima de las
necesidades y derechos económicos de la sociedad. A pesar de que la realidad se
encarga de demostrar todo lo contrario, que ni el mercado ni la competencia
existen, y mucho menos que sirvan para fijar los precios y asignar eficazmente
los recursos. La competencia es un artilugio ideológico que no existe en la
realidad por ser contranatura: su puesta en práctica destruiría a quien lo
realizara.

El mayor ejemplo de cinismo e hipocresía
del capitalismo ha sido la infinita ayuda recibida de los estados en la crisis
global del capitalismo de 2007 a la actualidad, donde llegaron a establecer la
suspensión temporal de los principios del capitalismo, competencia y mercado,
para una vez recibidas las millonarias ayudas estatales volver a refundar el
capitalismo.

Un ejemplo evidente de creación de  pobreza por el mercado y la competencia,  son los millones de parados forzosos
despedidos para que las empresas sean más competitivas, junto a las rebajas
salariales y pérdidas de derechos sociales económicos para que otra vez las
empresas sean más competitivas. Cuando el objetivo real no es la supuesta
competitividad sino acrecentar la injusta distribución de la riqueza.

La discusión de la ciencia económica
sobre el capitalismo tiene que ocupar un lugar similar al que la ciencia y la
razón han realizado sobre la religión y sus mentiras, evidenciar todas sus
falsedades y manipulaciones. El capitalismo tiene los mismos fundamentos que la
religión, la mentira pura y podrida, el cinismo y la hipocresía de sus
propuestas que siempre tienen el efecto social contrario de lo que pretenden,
el dogmatismo doctrinario y los autos de fe en unas ideas que son
constantemente desmentidas por la realidad económica y social: las políticas de
creación de empleo se transforman en fabricas de parados forzosos, los
incentivos económicos en reducciones salariales, los  derechos a la vivienda en desahucios
permanentes, el derecho a la vida como personas en la negación de los mas
mínimos recursos para vivir…

El capitalismo como la religión es un
dogma de fe, es una doctrina ideológica sin ningún apoyo en la ciencia
económica y social, sin ningún dato estadístico ni real que lo sustente, donde
la realidad desmiente una a una todas las manifestaciones ideológicas del
capitalismo. Hoy en día solo creen en el capitalismo, como solo creen en la
religión, los que viven de sus privilegios de poder y riqueza: la clase
política, empresarial, religiosa y burocrática.

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