Convenio Metal de Bizkaia

ZONA LUMBAR | Extraído del cnt nº 422

Finalmente se ha firmado el Convenio del Metal de Bizkaia para un período de tres años que va de 2019 a 2021. Atrás han quedado diez días de huelga en el sector repartidos entre los meses de mayo, junio, septiembre y octubre con una manifestación en Bilbao el último día de las movilizaciones que desbordó todas las previsiones, juntando a 20.000 trabajadores.

Para el mes de noviembre se habían convocado otros dos días de huelga y seis para diciembre repartidos a lo largo de tres semanas. Unos días antes de la fecha indicada para retomar el pulso con la FVEM (Patronal del Sector), se llegó a un Preacuerdo entre ésta y tres de los cuatro sindicatos que componen la Mesa de Negociación. Los porcentajes de representación que les otorga el circo de las elecciones sindicales dan una cifra de 41’58% para ELA, 25’45% para CCOO, 17’66% para LAB y 15’31% para UGT. Los Sindicatos firmantes del Preacuerdo, que finalmente ha cristalizado con la rúbrica del Convenio, han sido CCOO, LAB y UGT.

¿Buen o mal convenio? La Plataforma Reivindicativa que presentaron los cuatro sindicatos hace unos meses a la FVEM, aunque se hubiese conseguido insertar al cien por cien en el convenio, no nos hacía estar a las puertas de una «Revolución», por tanto, para calificar lo finalmente conseguido quizá la perspectiva no deba centrarse solo en lo firmado en un despacho, que tiene evidentemente su importancia, sino también en la reactivación de unas movilizaciones y una visibilidad en la calle como hacía muchos años que no se veían.

¿En qué escenario estaríamos de no haberse llegado al preacuerdo y las convocatorias de huelga en noviembre y diciembre hubiesen cobrado vida? Desde luego, a priori, se presentaba una recta final del año bastante calentita pero he de reconocer que hablo desde la teoría, dejándome seducir por la idea de que, si las movilizaciones de hace unas semanas fueron contundentes a la par que ilusionantes, éstas, de haberse llevado a cabo, no hubiesen sido menos. En mayo se partía de cero. Para noviembre ya se tenía un largo y duro camino recorrido.

Por enésima vez se ha demostrado que cuando los trabajadores salimos a la calle a defender nuestra dignidad estamos delimitando el campo de batalla de la lucha de clases. A un lado estamos la clase trabajadora, al otro la clase explotadora. Nunca debe olvidarse que la lucha de clases no es algo del pasado.

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