Conversación con Annemarie Dagerman, una niña en la revolución española

Annemarie Dagerman es viuda del escritor sueco Stig Dagerman (1923-54) e hija de los anarquistas alemanes Ferdinand y Elly Götze. Relegada a viuda del famoso escritor pocos son los que saben que vivió los hechos de la revolución en Barcelona en primera persona.

Per
Lindblom y Albert Herranz | Periódico cnt

Annemarie Dagerman fue una de los
muchas niñas que en la agitada Europa se vio obligada a crecer y adoptar
compromisos de adulto muy pronto. Desafiando la nieve y el frío Per y yo nos
dirigimos a su casa en Sundbyberg para hablar de sus experiencias en Barcelona
durante la Guerra Civil. Annemarie llegó junto a su madre, Elly Götze, a
Barcelona en 1934.

Mientras tomamos café y rompemos el
hielo hablamos de su militancia en la SAC junto a Stig Dagerman. Militancia que
se acabó en la década de los años cincuenta del siglo pasado cuando la SAC
abandonó la AIT. Stig y ella abandonaron el sindicato “porque no queríamos
pertenecer a un movimiento limitado a una sola nació
n”.

Annemarie tenía diez años cuando llegó a Barcelona. «Yo era alta y delgada como un
poste. Durante la guerra civil española los compañeros pensaban que yo tenía
dieciocho años y que era mayor de lo que realmente era. No quiero presumir,
pero yo siempre he sido muy popular, dice Annemarie, riéndose. Tal vez por eso
llegué a vivir tantas cosas.
«

Annemarie nació en Leipzig (Alemania) y la familia se centraba en la figura de
su abuela Anna Götze. Anna Götze había experimentado una larga evolución
política. Primero fue socialdemócrata para unirse a los espartaquistas y más
tarde el Partido Comunista para finalmente recalar en los anarcosindicalistas
de la FAUD. Anna tuvo tres hijos. El mayor, Ferdinand y su hija Irma era
anarquistas, mientras que el hermano menor, Waldemar, era comunista. Ferdinand
conoció a Elly, la madre de Annemarie, en las juventudes libertarias. En 1924
nació Annemarie. Todos ellos vivían juntos en la casa de Anne Götze. Las
discusiones en la familia eran muchas y acaloradas. Sólo ante la amenaza nazi
se mantenía unida la familia. Con la llegada de los nazis al poder Ferdinand se
convirtió en uno de los principales activistas de la clandestina FAUD.
Perseguido por los nazis Ferdinand se vio obligado a dejar Alemania. Su mujer y
su hija, Annemarie, le seguirían más tarde, en 1934. Justo antes de salir del
país Annemarie ayudó a su tío a transportar documentos en su maleta escolar.
Mi tío era un comunista, y yo les ayudé. Yo había ocultado sus documentos en
la bolsa y los dejé en un lugar preestablecido. Esto fue justo antes de irme a
España
”.

En el otoño de 1934, Elly, la madre de Annemarie, llega a Barcelona y más tarde,
manda buscar a su hija. Annemarie llegó a la ciudad junto al anarquista Karl
Brauner, novio de su tía Irma. Su entrada fue dificultosa: acababa de estallar
la revolución de Asturias y la frontera española con Portbou estaba cerrada.
Finalmente, después de dormir en tiendas de campaña, pudieron atravesar la
frontera y llegar a Barcelona.

En Barcelona, vivirían en la calle de la Costa en el barrio
de Sant Gervasi. Gracias a los contactos de su madre, Annemarie comenzó a ir a
la escuela alemana. Barcelona hervía de elementos nazis y una de las compañeras
de clase fue la hija del cónsul general de la Alemania nazi. Annemarie mantenía
un perfil bajo a la hora de hablar sobre la afiliación política de sus padres.
En la ciudad también había muchos refugiados políticos alemanes. En Alemania,
los comunistas formaban la mayoría de los activistas políticos. En Barcelona la
situación política local era distinta y eso produjo grandes tensiones entre los
refugiados alemanes. A pesar de que los comunistas era la ideología dominante entre
los refugiados alemanes, su papel político en Barcelona era insignificante. En
cambio, los anarquistas alemanes a pesar de ser una minoría entre los
refugiados ejercieron una gran influencia debido a sus estrechas relaciones con
la CNT.
Los anarquistas alemanes en el exilio habían formado la organización del DAS
(Deutsche Anarcho-Syndikalisten im Ausland), que
tenía unos 50 miembros. La madre de Annemarie Elly presidió la organización. Su
función dentro de la organización le dio prestigio y contactos importantes,
pero también fue un papel difícil. La ciudad estaba llena de espías nazis y los
comunistas alemanes no escatimaban esfuerzos para conspirar contra los
anarquistas.

En julio de 1936 el ejército lleva a
cabo un golpe de Estado. La respuesta popular desbordó a los militares en
varias poblaciones. En Barcelona, el pueblo construyó barricadas y se defendió.
Annemarie, con doce años, recuerda aquel domingo 19 de julio: “Habíamos tenido
algunos amigos de visita. Poco después de dejar la casa volvieron. Nos dijeron
que era imposible bajar a Barcelona. ‘La gente está construyendo barricadas en
Sant Gervasi’. Y todos quisieron dejar la casa y ver lo que sucedía. A mi no me
dejaron venir, tuve que quedarme a guardar la casa
”. Los días que siguieron a la
victoria frente a los fascistas y los militares fueron días de confusión y
alegría por el triunfo. “La noche que comenzó la revolución la gente de la CNT
y la FAI tiraron una de las primeras bombas en la iglesia al lado de la plaza
Lesseps. Era una iglesia grande. Sacaron a la calle los ataúdes con los santos
y las monjas. También expusieron… ¿se llama garrote? Instrumentos de tortura
que había en los conventos. Los anarquistas los exponían en la calle para que
todo el mundo supiera la crueldad con la que actuaba la iglesia
”.

En Barcelona, afianzada en parte la revolución, ​​los anarquistas trasladaron
gran parte de su organización a la que había sido la sede de los empresarios
catalanes, abandonada por sus propietarios después de los combates el 19 de julio.
La casa ubicada en la Vía Layetana se llegó a conocer como la casa CNT-FAI.
Además de la CNT y la FAI tenían sus locales diversos grupos y sindicatos que
pertenecían a la AIT. El grupo alemán DAS se encargó de las emisiones de radio
y periódicos de habla alemana.

Los padres de Annemarie, Ferdinand y Elly dedicaban todo su tiempo a la
revolución libertaria. Annemarie se quedaba a menudo sola: “Mis padres
desaparecieron engullidos por la actividad febril del momento y yo tenía que
cuidarme por mi misma. Iba a comer a las iglesias es decir, en las iglesias que
quedaban y donde los anarquistas habían habilitado salas comedores. Había mucho
pan, incluso se desperdiciaba, en vez de lavar los platos se limpiaban
arrebañándolos con pan. Desgraciadamente la situación no duró mucho tiempo.
Suelen decir que ‘para ganar una revolución tienes que poder dar pan el día
después. Si no lo puedes hacer, la pierdes’.

La
guerra se estancaba en el frente de Aragón. En los demás frentes, el desenlace
era incierto. Los aviones alemanes e italianos comenzaron a bombardear
Barcelona: “Se bombardeaba a la ciudad desde el mar, desde el aire con los
aviones italianos y alemanes. Nos podían bombardear desde el aire y el mar a la
vez. Nunca me metía en los refugios, solían caminar a los largo de las paredes
de los edificios. Si estabas en el metro, no te dejaban salir hasta que el
bombardeo se acababa
”.

Uno de los recuerdos más nítidos de
Annemarie fue el entierro de Durruti el 23 de noviembre de 1936. Más de medio
millón de personas rindieron homenaje al cortejo fúnebre con los restos de
Durruti. Annemarie y su madre, Elly, estaban mirando la multitud junto a Emma
Goldman desde el balcón de la casa CNT-FAI. Alguien, cuando el cortejo se puso
en marcha les preguntó si querían acompañar el cortejo. Emma Goldman no quiso ir. Bajaron a la calle y llegaron al coche
abriéndose paso entre la multitud. El ambiente era tenso y la gente estaba
nerviosa. Cuando iba a meterme dentro del
coche cerraron la puerta de golpe. Tan fuerte que mi dedo quedó aplastado.
Entonces no era como ahora… el dedo sangraba y me dolía. Era terrible y
encima durante un entierro. No me quedó otro remedio que llorar y esperar a ir
al médico. Mira mi dedo
. Nos muestra un dedo todavía curvo, como si fuera
un gancho, 75 años después del accidente.

En la primavera de 1937 los
comunistas se sintieron al fin con fuerzas para agredir a la revolución social.
El 3 de mayo de 1937 los comunistas con ayuda de tropas republicanas atacaron
la Telefónica en plaza de Cataluña. Consiguieron hacerse con la planta baja
pero fueron rechazados. La noticia del ataque corrió como la pólvora y el
pueblo alzó barricadas. La situación era complicada. Muchos cenetistas vieron
al fin la oportunidad de arreglar cuentas con los comunistas. Sin embargo, los
líderes de la CNT dudaban en golpear con fuerza. La Unión Soviética era el
único Estado que ayudaba al bando republicano ¿Podría pagarse ese precio?
Después de unos días de lucha los comunistas, que no ganaron, consiguieron sin
embargo debilitar la fuerza cenetista y las purgas comenzaron. Sin atreverse a
atacar frontalmente a la CNT sí dejaron caer todo el peso de su represión sobre
POUM y los anarquistas extranjeros. Los anarquistas que procedían de otros
países normalmente poseían pasaportes y documentos falsos cosa que les hacía
ser un objetivo fácil para la supuesta legalidad comunista. Los comunistas
alemanes habían elaborado listas desde el inicio de la guerra. El padre de
Annemarie, Ferdinand Götze, sabía que le buscaban y se mantuvo alejado del
hogar. Los nazis le perseguían en Alemania y en España, los comunistas. Un día,
estando en casa la madre de Annemarie, Elly y la hermana de ésta, Irma entró la
policía en casa. Era la policía secreta
alemana. Registraron toda la casa. A mi me habían dado una pistola de señales
para disparar y así poder avisar a mis padres. Se la llevaron. Fue lo único que
encontraron eso y algunos papeles personales. Se llevaron a mi madre. Sabían
quien era y que era anticomunista. Y como la desgracia quiso que mi tía
estuviera en casa ese día también se la llevaron.

Annemarie quedó sola en casa
acompañada de un policía por si el padre volvía. Con el padre en la
clandestinidad y la madre detenida, Annemarie estaba sola en Barcelona. Sabía,
por experiencias anteriores, que podía llevarle comida a su madre en la
prisión. Annemarie preparó un paquete de comida. Preparé un poco de comida y fui a la cárcel secreta de los comunistas
que estaba en el Portal de l’Àngel donde estaban mi madre y mi tía encerradas.
La prisión la vigilaban unos chicos jóvenes, recién llamados a quintas. Los
comunistas no hablaban su idioma pero yo, que entonces hablaba tanto catalán
como castellano, sí podía hacerlo. Insistí en que tenía que entrar para darle
la comida a mi madre y finalmente me dejaron pasar. Una vez dentro me dijeron
que mi madre estaba siendo interrogada. Y luego vino otro guardia que dijo que
era español. ‘A otro con ese cuento’ pensé. Reconocí enseguida a la persona
que estaba delante mía. Se trataba de un camarada de mi tío, que era comunista,
de Leipzig. Annemarie les había ayudado a introducir octavillas de propaganda
clandestinas muchos años antes. Al principio no me reconoció, había pasado
muchos años y yo era una niña entonces. Gracias a ello soltaron a mi madre. O sea
fue de pura chiripa. Mi tía quedó prisionera. No era política pero su marido
era anarquista. Más tarde me enteré que mataron al comunista que ordenó la
liberación de mi madre. Le mataron los suyos. El ambiente en Barcelona había
cambiado. Yo me encargaba de mantener el lazo de mi familia con la CNT y la
AIT. La entrada principal de la Casa CNT-FAI estaba tan vigilada que tenías que
entrar en una puerta más abajo, en el ”lado” de la FAI. Yo me conocía la casa
al dedillo y ya estaba acostumbrada a la clandestinidad de cuando vivíamos en
Alemania. Se puede decir que me sabía la letra de memoria.

Los bombardeos continuaban sobre
Barcelona y los refugiados de distintos lugares de España no paraban de llegar.
Una casa de mi barrio recibió un impacto
directo. 40 personas murieron. Todos. Sólo quedó un enorme agujero negro. Toda
Barcelona olía a cadáver.

Barcelona era demasiado peligrosa
para una niña y la madre decidió enviar a Annemarie a París donde viviría con
unos compañeros rusos amigos de la familia. Puso a Annemarie en un tren hacia
la frontera francesa. Annemarie viajaba acompañada de un amigo alemán. En la
frontera hubo problemas y los franceses no quisieron dejar pasar a la niña
sola. La enviaron de vuelta a Barcelona.

En
el camino de regreso conocí a tres anarquistas búlgaros que iban a España a
luchar. Antes de llegar a Barcelona se cambiaron de ropa y se pusieron esas
camisas negras alzadas que los anarquistas rusos suelen llevar. El problema era
que los fascistas también solían llevar camisas negras. Les quise advertir pero
no me hicieron caso. Creo que acabaron luchando en una columna anarquista. No
los volví a ver.

La madre Elly quedó sorprendida
cuando vio a su hija aparecer de nuevo en casa. Sin embargo, la decisión estaba
tomada y Annemarie no debía quedarse en Barcelona.

La famosa escritora austriaca Etta
Federn había sido vecina de los Götze. Militaba en Mujeres Libres y había
trabajado como profesora en una de sus escuelas que estaba en Paseo de Gracia.
Annemarie conocía la escuela. Debido a los bombardeos Etta se había trasladado
a Blanes. Quedó decidido que Annemarie se iría a vivir allá.

Etta Federn se encargaba de cuatro
escuelas de Mujeres Libres en Blanes. Annemarie fue una alumna más aunque a
veces ayudaba a Federn en su tarea de enseñar.

Etta Federn dejó Blanes y Cataluña
en 1938 y se trasladó a París. Annemarie volvió a Barcelona. La madre de
Annemarie trabajaba para la Cruz Roja, trabajo que le mantenía a salvo de los
comunistas. El padre de Annemarie, Ferdinand, había huido de España haciéndose
pasar por estudiante holandés. Una vez en Francia había continuado hasta
Noruega. Finalmente, a bordo de un coche de la Cruz Roja. De todas formas, los alemanes y los italianos atacaban también a la
Cruz Roja como al resto de los refugiados. En la frontera volvimos a tener
problemas. Los funcionarios de aduanas franceses no querían dejarme pasar. Se
pensaban que mi madre intentaba pasar con una niña española. Entonces sólo
hablaba catalán y castellano.

Finalmente, pudieron pasar y desde
París se trasladaron a Noruega. La familia al fin volvía a estar reunida. Sin
embargo, en 1940 los nazis invaden Alemania y la familia Götze se ve obligada a
huir de nuevo. Esta vez a Suecia. Mis
padres pasaron a la frontera montados en un autobús finlandés. En el autobús
había muchos niños. Algunos fueron heridos cuando los alemanes dispararon
contra el autobús. Debido a ello no les dejaron continuar en el autobús. Yo,
por mi parte, como me habían operado de unas heridas en los pies pues se me
congelaron en Barcelona cuando retiré nieve de nuestro tejado no podía caminar
bien pasé la frontera en el coche de un sueco que llevaba a su hija y su mujer
noruega. Me dejaron sola al otro lado de la frontera. Llegué a Karlstad que es
donde habíamos decidido reencontrarnos toda la familia en caso de separarnos.
Allí no había nadie. Al principio de estar en Suecia no sabía donde estaban mis
padres, ni ellos donde estaba yo. Y yo no tenía ningún documento que probara
que yo era quien yo decía que era.

Finalmente, llegó a Estocolmo donde
la SAC se encargó de ella. Busqué a la SAC y allí Rudolf Berner y Axel
Österberg me reconocieron pues no habíamos conocido en Barcelona. La SAC se
encargó de encontrarme una familia con la que vivir mientras se aclaraba el
paradero de mis padres.

Los primeros meses vivió en casa de
Einar Stråhle y su familia en Gröndal. Einar Stråhle era un anarcosindicalista
activo que estaba muy comprometido en la lucha contra el nazismo. Con el tiempo
dieron con el paradero de sus padres. Habían sido internados en un centro de
acogida para refugiados en Bergslagen. SAC hizo gestiones para que fueran
liberados y finalmente, Einar Stråhle como ”garantía” fueron liberados del
centro y la familia pudo finalmente reunirse. Los Götze se integraron en la
SAC. Junto a su mare Elly acompañó a Federica Montseny cuando visitó Suecia y
recuerda multitud de anécdotas tanto de ella como de otros anarquistas
españoles que pasaron por su casa. Una anécdota que contamos mucho en la
familia tiene a García Oliver de protagonista. Estando él en Suecia un conocido le mostró orgulloso el nuevo
apartamento que había alquilado. Los pisos se distinguen por su funcionalidad y
su pequeño tamaño. Cuando le había mostrado el comedor-cocina, la sala de
estar-dormitorio y el baño. García Oliver le dijo ‘Bien. Muy bonito ¿pero dónde
están las habitaciones?’

Annemarie conoció a Stig Dagerman en
una de las reuniones de la SUF, la organización juvenil de la SAC. Stig se mudó
a la casa de los Götze y después de casarse se mudaron a Sundbyberg donde
nacieron sus dos hijos Reneé y Rainer. Juntos siguieron activos en la SAC hasta
que esta dejó de formar parte de la AIT.

………….

Sundbyberg 1943. Desde la izquierda: Ester Jansson, Ferdinand Götze,
Annemarie Dagerman, Egon Dagerman, Stig Dagerman, Helmer Jansson y Elly Götze. 


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