Distopía y eutopía

COLUMNISTAS | ANTONIO PÉREZ

Mayo 2150: este mes
conmemoramos el primer centenario de la desaparición de una columna de opinión
sobre temas globales que albergaba el mensual CNT.

La muerte de la susodicha
columna –un cataclismo cultural que pasó desapercibido- se debió a que, por
aquellas fechas, acababan de desaparecer las últimas fronteras internacionales
por lo que carecía de sentido seguir discurseando sobre el pasado de la
Humanidad. Ahora bien, quizá sea oportuno recordar cómo comenzó nuestra actual Era
Electrocena.

En el principio fue el chip
individual. Las autoridades sanitarias pensaron que la implantación subcutánea
de este adminículo a cada feto mejoraría la planificación de la salud pública
puesto que se tendría un panorama más detallado de la esperanza de vida que
correspondía a cada bebé. Si el ADN del bebé mostraba un árbol genealógico puro
–si pertenecía a las castas superiores-, se le podían administrar los remedios
más adecuados para combatir sus propensiones mórbidas; por el contrario, si
pertenecía a la casta inferior, se le destinaba a los vertederos laborales.

Las autoridades realmente autoridad –las policíacas-, incluyeron en
el chip datos de localización espacial y temporal de tal manera que, a partir
de entonces, supieron los movimientos de cada individuo. Además, como el chip
controlaba el flujo de las sinapsis neuronales, también supieron sus ideas y,
por ende, pudieron corregir a tiempo las pulsiones disgregadoras que surgían
incluso en los individuos mejor programados contra la imaginación.

Todos conocemos el resultado:
la Felicidad –eso que los antiguos llamaron ‘pensamiento’-, se paralizó por
falta de contraste y, en especial, porque se hundió la productividad de los
Inferiores. Hoy es fácil atribuir aquel catastrófico descenso a la previsibilidad
inducida en la Mercancía pero, en aquella Era todavía llamada Antropocena, se
divagó introduciendo factores ambientales, políticos e incluso religiosos el
conjunto de los cuales se definió con un arcaísmo: diversidad.

Quizá lamentablemente, pocos
años después, el paso de aquel aerolito llamado Mosca Voladora alteró el magnetismo terráqueo, los chips se
descontrolaron y de aquella Distopía sólo quedó un recuerdo borroso. Hoy,
abolidas las castas, vivimos en la fase silogístico-racional pero todavía no
hemos decidido si no sería mejor que nuestra Era Electrocena fuera conocida
como La Eutopía.

RSS
Follow by Email
WhatsApp