El año en que dejé de cuidar

TRINCHERAS PERMANENTES. Intersecciones entre política y cuidados. / Carolina León. / Pepitas de Calabaza

MERCEDES COBO | Extraído del cnt nº 420

Eso que llaman revolución es una cosa muy complicada, pero más complicado aún es enfocar qué retaguardias sostienen la revolución, quién empuja detrás de la primera línea o qué pasa con esas retaguardias cuando todo parece —solo parece— en calma. Militancia, activismo, organización y reproducción, sostenimiento, cuidados, afectos: dos mundos que tienen que confluir, o el ejercicio de la política no es sostenible y fracasa. Sin cuidados, viene a decir la autora, no hay frente. ¿Bajo qué condiciones, quién sostiene la política?

Con una prosa lírica, Carolina León crea un ensayo entreverado de autobiografía. Nos lleva de la mano por sus entrevistas, sus encuentros fortuitos y sus viajes, con el denominador común de interesarse por las comunidades que están, según el término bélico, en la retaguardia, gestionando los daños colaterales del sistema: el desarraigo, la falta de cariño, la enfermedad, la soledad de los que quedaron al margen, las heridas de los que sufren la represión en primera línea. ¿Cómo gestiona la sociedad esto? Lo que dieron en llamar postcapitalismo dejó en la cuneta unas flores que siguen creciendo, casi ignoradas y obstinadas, al margen del camino. Centros sociales, redes barriales, proyectos en pueblos abandonados, plataformas contra la rotura de la atención sanitaria universal, asociaciones de trabajadoras domésticas. De Calafou a Vallecas, de Chile a Móstoles, la escritora nos conmueve con las semblanzas breves de las personas que encuentra en su devenir. Y todas ponen sobre la mesa la misma pregunta: ¿cómo gestionamos los cuidados, a niños, a enfermos, a dependientes, a adictos? Esos cuidados que son práctica política del día a día, que son hediondos y sucios, que son materia.

Los cuidados son la revolución pendiente. En las trincheras no hay nada épico. Constituían el lugar desde el que atacar, en el que miles caen, pero siempre sostenidos por otros. En esta sociedad postdemocrática que no conoce la guerra directa, hay batallas librándose en cada cuerpo, largas guerras sordas de desgaste, que desangran a los que las luchan defendiéndose. Los desahucios, los recortes en sanidad, las dependencias sin tratar, los niños con necesidades especiales.

El reto es cuidar, sin ambages de género. El reto es trabajar los vínculos. Dejemos que termine la autora:

«—Hacemos todo esto para que hacer política, incluso institucional, no requiera de la hiperpresencia, la visibilidad o la “línea directa con”. El día que asaltemos instituciones mientras compramos la cena o cuidamos al niño sí que habremos ganado.

(…) Hacer espacio para que la política no fuese solo de quienes se la podían permitir, ¿no era esto a lo que habíamos venido?».

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