Elogio del anarquismo, por James C. Scott

“Elogio del anarquismo”
James C. Scott.
Traducción: Rosa M. Salleras Puig.
Editorial Crítica, 2013.

James C. Scott, profesor de Sociología y Antropología en la Universidad de Yale, ) es un Sterling Professor (la más alta distinción académica en la universidad de Yale) de ciencias políticas. Entre sus temas de investigación se encuentran la economía política, las sociedades agrarias comparadas, las teorías de la hegemonía, la forma de vida de los pueblos del sureste asiático que luchan por vivir al margen del estado, las formas de resistencia, la política campesina, la revolución, las teorías de las relaciones de clase y el anarquismo.

Muchos anarquistas y personas que se sienten anarquistas se han acercado a la antropología en busca de conocimientos con los que fundamentar su rechazo a las instituciones de dominación” (Beltrán Roca Martínez: “Anarquismo y antropología”, página 9). No es el caso de J.C. Scott, podría decirse que llega al anarquismo desde el estudio de décadas dedicadas a las prácticas de lucha y oposición al poder: “Una y otra vez (…) tras acabar algún debate de seminario o haber escrito algún artículo, me he sorprendido que a mí mismo pensando, “esto es lo que argumentaría un anarquista”. En su trabajo, Scott nos muestra las formas, que al final resultan las más eficaces, de subvertir el orden social. Estas formas no necesariamente pasan por las grandes revoluciones ni por descontado por la guía de vanguardias ni siquiera de organizaciones visibles.

Si entendemos la antropología como la ciencia de las prácticas podremos decir que antropología social y anarquismo conforman un binomio privilegiado que se retroalimenta. Scott es antropólogo, nos muestra observaciones antropológicas y nos ofrece reflexiones sobre aquello que los anarquistas dirían sobre el estado, la revolución y la igualdad. En “Elogio del anarquismo”, el autor nos descubre cómo los argumentos del anarquismo están presentes en las formas de resistencia que las sociedades y grupos emplean en su negativa a ser dominados. Su mirada, su punto de vista es distinto de aquel que sólo presta atención a las élites, atribuyéndoles todos los méritos, e ignora al resto de los protagonistas, especialmente las clases subordinadas. Propone un método de estudio que la mayoría de los científicos sociales nunca consideran, y que está basado en el “respeto básico por el modo de actuar de quienes no pertenecen a la élite” (Scott, pagina 23), una mirada “orientada por el proceso”, nos dice el autor. Desde este punto de vista aparecen percepciones que otras orientaciones siempre han oscurecido, silenciado o minimizado, valgan como ejemplos las deserciones en el ejército de Napoleón, paralizando sus conquistas, o las del ejército de los estados confederados, la práctica del fragging empleada por los soldados durante la guerra de Vietnam. Éstas y otras prácticas mencionadas tienen un denominador común: Se desarrollan y necesitan del silencio para tener éxito, a la su vez que son silenciadas, por motivos obvios, por el propio poder. Nunca, por tanto, aparecerán recogidas en los anales, informes, archivos históricos y periódicos.

Muy interesante, por la actualidad y extrapolación que puede hacerse a nuestra realidad política desde el 15 M, es el análisis y las reflexiones que hace del papel que cumplen las organizaciones que surgen durante o después de las movilizaciones sociales o de cómo los líderes van adaptando sus discursos en función de la acogida que van teniendo sus palabras en quienes les escuchan.

Los capítulos del libro toman cuerpo a través de la división en fragmentos que el autor hace de los mismos. A través de ellos nos explora sobre en el papel jugado por el estado a partir de la Revolución Francesa, nos muestra ejemplos de transgresión e insubordinación y sus características; evidencia el papel de la democracia y la democracia representativa y de cómo ésta reacciona al impulso de las movilizaciones o de cómo el orden oficial impuesto, cuya justificación la establece la defensa de la eficacia, devora y se lleva consigo el orden local, lenguas, tradiciones; nos descubre el fracaso de las experiencias que han tratado de forzar la naturaleza para adaptarla a la economía, el desarrollo y la producción; nos revela cómo los entonos autoritarios no hacen si no generar súbditos; o cómo ha sido la deriva de la educación estadounidense, y las respuestas que encontró en su momento por parte del alumnado y progenitores o nos pone en valor el PHB (Producto Humano Bruto) en oposición al tan manejado PIB.

Un libro interesante para aquellos lectores que apuestan por mirar la realidad desde un prisma alejado, por un lado, del exceso de dogmatismo y por otro del amparo de los argumentos convencionales. y nos propone un ejercicio que él llama “Ley de Scott” y que consiste en la realización de transgresiones menores para cuando llegue el momento en que la transgresión merezca la pena. Algo así como, salvando las distancias, la gimnasia revolucionaria que aconsejaba una parte del movimiento libertario a comienzos del siglo XX.

José A. Linares

RSS
Follow by Email
WhatsApp