Falleció Nicolás Villafranca

Adiós, Nicolás. Fuiste un gran compañero siempre. Callado. De pocas palabras. Pero, cuando hablabas, eso quedaba. En aquella CNT relanzada de los años 70 y siguientes. Con Pepeluis y el Kiki y Ferrer, con Contreras y tantos. Aquella CNT de la calle Molinos que tanto tiempo llenó con su espíritu todo el Realejo «greñúo».

 

No se me va de la mente aquel pequeño bar que te daba de comer a ti, a Manola y a tus hijos, donde, con tu tono especial de saludo pronunciabas ¡Seluis!, ¡Martín! Te recuerdo en aquellas largas sesiones, en que enfrentábamos el reformismo de los años 80, y también aquel intento posterior. Te siento conmigo llevando a hombros la caja mortuoria de nuestro compañero Carlos, «cuesta del Abogao» arriba. Te veo meditando con todos en el grupo de afinidad. Te recuerdo en los tajos presente, en la lucha de la calle. En las concentraciones de «las Pasiegas». Te veo hacer las cosas, sin ninguna «necesidad» de hacerte ver. ¡Acción sin actor que se vea!

 

   Un gran compañero tú fuiste. ¡Salud Nicolás!

 

Aquí habla, a nuestra petición, tu hija Susana:

 

«Buenos días, perdona el retraso pero me faltan horas al día.

 

Nació el 15 de Octubre de 1932 en Lanjarón, aunque siempre fue del Barrio del Realejo (de corazón). Estudió en un colegio de curas, de allí mismo de la Calle Molinos, hoy creo que es público. El Ave María. Tuvo una juventud bastante buena, para lo que había en esa época, pues su padre, mi abuelo Nicolás era maestro de obras y no tuvieron muchas necesidades, y se crió, a mi forma de ver, mimado por sus hermanas, ya que era el pequeño de seis, y el único varón. Quedó huérfano de madre a la catorce años, y eso le marco mucho. Él hablaba de su madre con añoranza y fíjate, en estos últimos días de su vida, la tenia muy presente.

 

En el 60 se casó con la mejor mujer del mundo, su Manola, mi madre. A la que estuvo llamando, mientras tuvo fuerzas para hablar, y a la que quiso siempre hasta que se marchó. Fuimos tres los hijos, y quedamos a día de hoy dos. Mi hermano Nicolás, también se marcho el 17 de mayo de 2006. Sus nietos le llenaron de alegría, la mayor mi hija Susana, y Alejandro y Rafael los hijos de mi hermana. Fueron su amor y se sentía orgulloso de ellos, supongo que como todos los abuelos.

 

Marchó a Francia a principios de los años 70, como tantos españoles, buscando un futuro mejor. Luego se dedico a la hostelería, siendo ese su oficio hasta que se jubiló. En el bar, pasamos buenos momentos, la verdad, pero también algunos muy amargos… esos no quiero ni recordarlos. Cuando se jubiló se mudaron al Parque Nueva Granada, nueva vida, nuevo barrio, nuevas amistades… Hizo muchos nuevos amigos, porque era un hombre muy afable y cordial… todo el mundo lo quería.

 

El último año fue devastador. Perdió la memoria. Se convirtió en cuestión de días, en un ser totalmente dependiente, totalmente indefenso. Pasó de ser mi padre a ser Nicolás. No nos reconocía, y nos extrañaba. En fin…

 

Sabes, me quedo con los besos que me dio ese domingo, antes de fallecer, cuando, como casi siempre le hacia, le levantaba la mascarilla de oxigeno y le decía: «Nico, dame un besillo,  nooo así no, eso es un churrete de beso, dame otro.» Y me dio un montón…

 

Un abrazo. 

 

 

De tus compañeros de la CNT-AIT de Granada, con cariño Nicolás.

 

RSS
Follow by Email
WhatsApp