Juan Pablo Calero: «El teatro anarquista fue estéticamente vanguardista sin dejar de ser popular»

CULTURA | Entrevista a Juan Pablo Calero | Extraído del cnt nº 431

Entrevistamos a Juan Pablo Calero Delso, historiador y doctor en Historia, que recientemente ha publicado el libro Antología del teatro anarquista (1882-1931). Un estudio fundamental para entender la importancia que tuvo la dramaturgia en los medios y la extensión de las ideas anarquistas en España.

Pregunta: ¿Por qué un libro sobre el teatro anarquista?
Respuesta: Empecé a investigar un poco por casualidad, pero pronto me di cuenta de que era un tema interesante; por un lado, porque ayudaba a romper el mito del anarquismo iletrado, insurreccional y milenarista que se nos sigue transmitiendo y, por otra parte, porque ayudaba a entender el extraordinario desarrollo del anarquismo en España. También hay que decir que sobre teatro y anarquismo hay excelentes trabajos en Francia, en Italia, en Argentina y en otros países, pero aquí se había publicado muy poco.

P: ¿Qué aportaron los anarquistas al pensamiento libertario a través del teatro?
R: La difusión de la idea; un papel parecido al que ha tenido la música en la propagación del anarquismo en las últimas décadas, desde los cantautores hasta el punk. Trabajadores sin formación, sin recursos y sin tiempo libre para los que podía ser difícil comprender el ideario ácrata se acercaban al anarquismo a través de él, y aquellos trabajadores que ya tenían una formación y una identidad libertaria se veían reforzados al ver sus anhelos hechos realidad sobre un escenario. Es imposible hacernos hoy una idea de la importancia que tuvo el teatro en la sociedad del siglo XIX y las primeras décadas del XX y cómo los anarquistas animaron, al margen de las salas comerciales, su propio circuito de autores y grupos aficionados que se extendía por todo el país con un éxito sorprendente. Hay un autor hoy totalmente desconocido, José Fola Igurbide, que cada año estrenaba una obra y sus piezas se siguieron representando hasta en el exilio libertario en Toulouse.

P: ¿Qué diferencia hay entre el teatro anarquista y el teatro social?
R: El teatro anarquista es parte del teatro social que, a su vez es parte del teatro político. En el libro hay referencias a un teatro social puesto al servicio de la patronal ya en 1863 y a un teatro social de orientación católica, republicana o socialista. Más allá de los diferentes enfoques ideológicos, yo destacaría del teatro anarquista su voluntad de no integrarse en el teatro comercial, al contrario de algunos socialistas que se quejaban de que eran discriminados en ese ámbito por su militancia, y la importancia que se daba al carácter colectivo que tiene el teatro, esa comunidad que forman actores y espectadores que hacía posible la utopía libertaria por la simple voluntad del autor. Élisée Reclus lo expresaba muy bien: “Con simpatía profunda, con palpitante ansiedad miraban todos la realidad anarquista, tan diferente, a lo menos en sueño, de los turnos infectos o el tiránico antro en que se consume la vida de esta sociedad; todos elevaban su ideal hacia una sociedad decente y honrada, y cuanto más altas y dignas eran las palabras que oían, mejor parecían comprenderlas. Por algunas horas, los burgueses, los hartos, los medrosos, arrojaban lejos de sí sus añejas preocupaciones y su trasnochada moral; se despojaban del hombre viejo”.

P: De todas las obras que has trabajado del teatro anarquista, ¿Cuál te ha impresionado más y por qué?
R: Bueno, para hacer este libro leí y trabajé con alrededor de un centenar de obras, de las que solo pude incluir nueve en la Antología. Me gustaría recordar que escribieron obras de teatro militantes anarquistas como Teresa Claramunt, Federico Urales, Loiuse Michel, Errico Malatesta, Pietro Gori, Charles Malato, Ricardo Flores Magón o Mauro Bajatierra y que tienen obras de inspiración anarquista escritores como Octave Mirbeau o Eduardo Marquina. Pero mis favoritas son las que escribieron un grupo de literatos a caballo de España y América ya en el siglo XX: Carlos Germán Amézaga, Florencio Sánchez, Valentín de Pedro o Rodolfo González Pacheco. Con ellos, el teatro anarquista fue estéticamente vanguardista sin dejar de ser popular, algo no siempre fácil con la calidad con la que ellos lo hicieron.

Antología del teatro anarquista (1882-1931)

Autor: J.P. Calero
Editorial: La Malatesta
Año edición: 2022
Páginas: 550 págs.
Formato: Rústica 21×15 cm
Precio: 15 €

P: ¿Fue la cultura el verdadero motor de expansión del anarquismo?
R: El motor de la expansión del anarquismo en España, y su diferencia con otros países, fue la sociabilidad de sus militantes. Huyeron de todo sectarismo en sus relaciones cotidianas, fueron tan pragmáticos en las estrategias como intransigentes en los principios y estaban tan plenamente convencidos de la viabilidad de la sociedad libertaria que intentaron llevarla a la práctica por encima de las dificultades. Los anarquistas en España gestionaban su educación con escuelas laicas y ateneos libertarios, su salud con la difusión del higienismo y el naturismo, su economía con cooperativas y economatos, su ocio con grupos teatrales, orfeones o sociedades excursionistas… Vivieses donde vivieses y fuesen cuales fuesen tus inquietudes, había un espacio de sociabilidad anarquista donde desarrollarlas; la alternativa libertaria se intentaba vivir cotidianamente, con el sindicato como columna vertebral, pero superando la simple reivindicación laboral. Y la cultura, en su sentido más amplio, era la protagonista.

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