Rojava, una revolución resistente

SHANE | Hospitalet de Llobregat | Foto A. Romera : Conferencia en la Universidad de Valladolid, organizada por CNT e impartida por Sheelan | Extraído del cnt nº 420

En septiembre de 2014, la defensa heroica de Kobane (una ciudad
de Rojava, región kurda del norte de Siria) contra los yihadistas
fascistas del estado islámico (EI) captó la atención de los medios
globales. gran parte de esa merecida atención se centró en las YPj
y en el simbolismo de una milicia femenina que combatía contra un
grupo tan machista que premiaba a sus militantes con esclavas sexuales.

Pocos medios llegaron a arañar la superficie y contar la historia de una forma más completa: la revolución más significativa del siglo xxi se estaba, y aún se está, llevando a cabo allí, en Rojava.

Antes de la guerra civil, muchos kurdos de Siria habían sido condenados a la pobreza extrema por el régimen Baaz, ya que este les prohibió el acceso a los sistemas de salud y de educación, les prohibió comprar propiedades, les denegó el acceso al trabajo en varios sectores e incluso el cultivo de sus propios alimentos. En este ámbito hostil, muchos de ellos se organizaron de forma clandestina en redes y grupos de apoyo, feministas y de base. Estos años de experiencia de autogestión, les permitió llenar el vacío de poder, que había dejado el estado sirio tras el estallido de la guerra, y lo suplieron de forma muy eficiente con un sistema radical.

La revolución de Rojava nos ha mostrado que hay alternativas reales a la sociedad estatalista, capitalista y patriarcal. La gestión de la sociedad por medio de la democracia directa, a través de consejos y comités de base (que deben estar formados obligatoriamente por un mínimo de un 40% de mujeres), el desmontaje de los roles de género en una región muy conservadora, los esfuerzos de crear una sociedad pluralista donde antes había violencia sectaria, la propagación de cooperativas obreras y los pasos hacía una sociedad verdaderamente ecológica, son algunos de los muchos ejemplos de sus logros.

Y mientras el Estado Islámico deseaba destruirlo todo, ellos mismos fueron destruidos y derrotados en marzo de este año. Esa lucha larga y sangrienta causó la muerte de unos 10.000 mártires, entre los cuales no solo había kurdos, sino también árabes, sirios e internacionalistas que defendían la sociedad libertaria.

Pero ahora, con la derrota del Estado Islámico, dos temas urgentes han salido a la palestra: una probable invasión turca y una huelga de hambre masiva.

Turquía y Kurdistán

Tras la Primera Guerra Mundial las potencias regionales se repartieron el Oriente Medio. El Kurdistán fue dividido entre Turquía, Irán, Irak y Siria y, desde entonces, el pueblo kurdo ha sido sometido a la discriminación y la violencia por parte de cada uno de esos estados.

Quizá debido a la obsesión constante de mantener una Turquía indivisible con una identidad turca homogénea, la represión de los kurdos en Turquía a lo largo de los años ha sido especialmente cruel y brutal.

Bajo el dictatorial presidente actual, Recep Tayyip Erdogan, el encarcelamiento constante de políticos del partido kurdo HDP (Partido Democrático de los Pueblos), las severas restricciones impuestas en el uso del idioma kurdo, y el bombardeo de Amed (la «capital no oficial» del Kurdistán turco) en 2016, que dejó unos 200 muertos, nos muestra que nada ha cambiado.

Erdogan no se conformará con hacer la guerra a los kurdos dentro de su propio estado. La revolución de Rojava, que llegó a extenderse por toda la zona sur de la frontera sirio–turca, representa una esperanza para todos los revolucionarios de Turquía, lo que la convierte en una amenaza para la supremacía turca. Por eso está decidido a aplastarla.

Una de las estrategias que ha empleado es la restricción severa de la llegada de recursos a Rojava. Ha impuesto un embargo que limita de forma masiva la entrada de medicamentos esenciales (causando la muerte prematura de mucha gente) y también los materiales necesarios para reparar las infraestructuras destruidas por la guerra. El uso de las presas al norte de la frontera para limitar la cantidad de agua que llega a Rojava (cuyos ríos más importantes nacen en Turquía) ha reducido el suministro de agua potable, lo que también se traduce en menos agua para la agricultura y electricidad limitada (debido a la dependencia de centrales hidroeléctricas en la región).

Pero en enero de 2018 la represión de Rojava se recrudeció más que nunca. El ejército turco, junto a bandas islamistas de antiguos miembros del EI, invadió y bombardeó Afrín, el cantón occidental de Rojava. No debemos olvidar que Turquía es miembro de la OTAN y, como tal, se equipa con las mejores armas del mundo, volviéndose aún más peligrosa que el EI. Afrín, que había sido un lugar seguro para refugiados de la guerra, fue destruido. Unos 500 civiles murieron y 167.000 fueron desplazados. Antes de la invasión, Erdogˇan había dicho que «devolveremos Afrín a sus legítimos dueños» (los cuales, según él, son exclusivamente los árabes, no los kurdos). Desde la invasión, los informes de saqueo, violaciones, conversiones forzadas al islam, la intimidación de las minorías y la destrucción de sus santuarios, y la confiscación de casas y tierras han sido constantes.

Cartel de apoyo a Rojava. / CNT

Los soldados turcos, supuestamente para protegerse de los ataques de las YPG, han empezado a construir un muro de hormigón alrededor de Afrín, pero algunos opinan que es un paso hacía la anexión de Afrín a Turquía. El cambio de nombres de calles y plazas de kurdo a turco y la colocación de banderas turcas en numerosos emplazamientos apuntan a la misma conclusión.

La comunidad internacionalista tiene claro que, actualmente, la invasión turca es la mayor amenaza a la que se enfrenta la revolución de Rojava. Es por eso que, en abril de este año, con el apoyo de varios colectivos y sindicatos (incluida la CNT), se lanzó la campaña RiseUp4Rojava.

Entre sus objetivos se encuentra identificar y denunciar a las instituciones, empresas de armamento y gobiernos del mundo que apoyan y arman al estado fascista turco, ocupar y sabotear dichas instituciones y romper el silencio mediático alrededor del imperialismo brutal de Erdogˇan.

La huelga de hambre

Abdullah Öcalan es un activista y militante del Kurdistán turco. En 1978, junto a otros estudiantes kurdos, fundó y luego se convirtió en presidente del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK). Su objetivo principal era crear un estado kurdo y socialista. En 1984 entró en conflicto con el estado turco; un conflicto que aún perdura y que se ha cobrado las vidas de 40.000 personas hasta la fecha. Los intentos de Öcalan de llegar a un acuerdo de paz en los últimos años han sido ignorados por el estado turco.

En 1999, el servicio de inteligencia turco, con la ayuda de la CIA, detuvo a Öcalan en Kenia. Condenado a cadena perpetua, Öcalan lleva 20 años en la isla cárcel Imrali en régimen de aislamiento total. En los últimos ocho años, solo han permitido a sus abogados visitarle en dos ocasiones, y puede pasarse meses o incluso años sin recibir visitas de sus familiares.

Tras su encarcelamiento, Öcalan, de ideología marxista-leninista en sus inicios y ahora inspirado por las ideas libertarias, comunalistas y ecologistas de Murray Bookchin, creó la ideología del confederalismo democrático, que sirvió como anteproyecto de la sociedad revolucionaria de Rojava.

El 7 de noviembre de 2018, el tratamiento infrahumano de esta figura tan importante y querida en el entorno kurdo, llevó a Leyla Güven, diputada del HDP y presa en otra cárcel turca por haber protestado por la invasión de Afrín, a empezar una huelga de hambre individual.

La huelga ha sido secundada por 7.000 presos kurdos y también civiles en toda la diáspora kurda. Han salido informes escalofriantes sobre el tratamiento a huelguistas por parte de algunos carceleros turcos, que han metido a huelguistas debilitadas en celdas junto a fascistas turcos, y se han negado a proporcionarles los pocos líquidos salados y dulces que toman.

El 26 de mayo, el gobierno turco levantó la prohibición de visitas a los abogados de Öcalan. A través de ellos, Öcalan comunicó que las huelgas de hambre habían sido un éxito y pedía que acabaran, lo cual fue cumplido por las huelguistas.

Cuatro huelguistas han muerto, y 30 más decidieron dejar de tomar líquidos y continuar con la huelga hasta la muerte. En una declaración, Güven dijo:

«Porque nuestras demandas legítimas y justas no han sido satisfechas, presos políticos están saliendo de las prisiones en ataúdes. (Nuestra) salud ha alcanzado un umbral crítico. Creo que si el gobierno (turco) ignora totalmente los acuerdos internacionales de los que forma parte, es porque se siente apoyado por el silencio de la Unión Europea.»

Aunque Güven fue liberada en el día 79 de su huelga a causa de su deteriorado estado de salud, se mantuvo en huelga de hambre hasta el fin anunciado. Ha recibido visitas y gestos de solidaridad de compañeras como Angela Davis, Leila Khaled y las Madres de Plaza de Mayo, pero el silencio de los medios y los gobiernos internacionales es ensordecedor.

CNT está con Rojava

No podemos apartar la mirada mientras el estado fascista turco intenta aplastar la revolución de Rojava ni dejar que nuestrxs compañerxs mueran en las cárceles.

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