Teoría del Estado (II)

LA FOTOMATONA | JENOFONTE

Según fuentes del diario
nacionalista La Razón, un miembro del
gobierno rajoyano quiso colar en el primer consejo de ministros del Año Uno de
la Recuperación que, para defender la Unidad de España, nada mejor que hacerlo
con los vigilantes jurados sobrantes de las provincias que rodean a Cataluña.

Un ejército auténtico de mamporreros, bien adiestrados como sabuesos, libres de
carga ideológica y más obedientes para atemorizar las calles que los díscolos
policías, los trasnochados guardias civiles y los caducos militares, tan poco
acostumbrados ya a matar con tanta guerra humanitaria en patrias que no son la
suya. Los Estados no se hacen sin sangre, sin robo o sin violaciones, luego hay
que estar preparados contra el desvarío de los que se sienten diferentes.
Diferencias de principio, pues los patriotas de toda condición saben más que
nadie que todas las patrias son primero una pestilente diarrea y después una
máquina de recaudar impuestos, una hacienda de saqueo para vividores y, ya en
los libros de texto, algo institucional, con símbolos inviolables y obligados
de respeto. Un puto obrero no será nunca el símbolo de una nación, y una mujer
con sueldo miserable y con hijos no será otra cosa que número reproductor de la
especie nacional. Ah, además puede haber un Rey, un Presidente, una
Prostitución y hasta un Pueblo; pero este es otra historia.

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