Un anillo para vigilarnos a todxs

DOSIER ¡A la calle! | Ilustración por Raulowsky | Extraído del cnt nº 434

Ring: observa, escucha y habla a tus visitas. Este es el eslogan con el que Amazon describe sus vídeo-timbres. Se trata de una tecnología de vídeo-vigilancia que cualquiera puede instalar en la puerta de su casa por el módico precio de entre 45 y 230 euros.

Democratización de la vídeo-vigilancia

La cartera de productos de Ring se compone de decenas de opciones entre las que se pueden comprar vídeo-timbres, cámaras de seguridad, kits de alarmas, repetidores, soportes, adaptadores y baterías. No todas han llegado al Estado español, pero pronto lo harán. Ya lo avisa la empresa, con un premonitorio ‘No disponible por el momento’, en varios de los productos anunciados en la página web de Amazon.

Es la era del vídeo-portero, una cámara con funciones más o menos sofisticadas según el modelo adquirido. Para poner un ejemplo: el dispositivo se enciende al detectar movimiento en las cercanías de la puerta; quien tiene la propiedad de Ring recibe una notificación en su teléfono móvil; a través de la cámara ve en directo quién se encuentra ante la puerta. Con las versiones más avanzadas del producto comienza a grabar o puede incluso entablar una conversación a través de la función de vídeo-llamada de Ring. ‘Estoy haciendo la compra, espérame 5 minutos, que ya llego a casa’. Nada que no se pudiera resolver con una llamada tradicional.

Una base de datos de metraje cuasi doméstica

Luego volveremos al reparto de todo tipo de mercancías, por el que Amazon se ha dado a conocer en el mundo entero. De momento, recordemos que la empresa de Jeff Bezos lleva ya años inmersa en una carrera por hacerse con el mercado de la domótica casera. Entre otras adquisiciones, en el año 2018 compró Ring por más de 800 millones de uros. En ese momento, sacó de su catálogo productos rivales que antes se podían pedir desde Amazon, como el vídeo-timbre inteligente de Google.

Volvamos a las grabaciones. Si se quiere acceder al historial de archivos del vídeo-portero se debe contratar el plan Ring Protect que está disponible con precios variables según se conecten una o varias cámaras. De no contratar esa suscripción no hay manera de visualizar las grabaciones pasadas unas horas desde la notificación, tampoco se pueden almacenar en un dispositivo propio. Tecnología privativa, claro estaba. Aunque la persona que ha instalado un vídeo-portero Ring no tenga acceso, Google guarda en sus propios servidores el metraje grabado. Por lo que pueda pasar.

Algunas de las personas que tienen uno de estos vídeo-porteros se han encontrado en su metraje episodios cómicos y han decidido subirlos a TikTok, Instagram o Facebook burlándose de quienes aparecen, de manera no consentida y la mayoría de las veces no consciente, en sus vídeos.

Cesión de datos a las autoridades

Lo que puede pasar, por ejemplo, es que Ring comparta datos o vídeo con la policía si hay una investigación en la zona donde una cámara está instalada. En informes de la propia compañía de 2021 se comunicaba que se habían firmado acuerdos con más de 2000 departamentos de policía y bomberos en Estados Unidos. En principio, Ring contactaría con quienes tienen la propiedad del vídeo-portero para que compartieran información bajo petición de las autoridades. En la práctica, no siempre ocurre así. De hecho, en verano de 2022 se hizo público que Amazon había proporcionado, sin ese permiso, imágenes a los cuerpos de seguridad hasta en once ocasiones en lo que iba de año.

El uso de esta tecnología por parte de la policía estadounidense ha generado preocupación y suscitado algunas investigaciones de prensa y de activistas en defensa de los derechos humanos. En febrero de 2021, por ejemplo, la Electronic Frontier Foundation reveló unos correos electrónicos en los que la policía de Los Angeles solicitaba a personas que habían instalado Ring en sus domicilios acceso a sus grabaciones. El objeto de aquella investigación policial no era resolver ningún crimen, sino recopilar información sobre las protestas contra la violencia policial del Movimiento Black Lives Matter. Era la «primera prueba documentada de que un departamento de policía solicitó específicamente imágenes y vídeos de dispositivos de vigilancia doméstica en red relacionados con la actividad política».

Las trabajadoras contra los abusos de Amazon

A principios de 2020 Max Eliaser, ingeniero de Amazon filtró información y pidió a la compañía que Ring fuera cerrada por los problemas de privacidad que acarrea, alegando que estas tecnologías no son compatibles «con una sociedad libre». Poco después la empresa aplicó cambios a sus políticas internas para controlar lo que sus empleadas podían o no contar en sus declaraciones públicas, que debían ser aprobadas previamente por sus superiores y llegando a tipificar internamente castigos como el despido de no acatar el nuevo reglamento.

La decisión tenía por objeto neutralizar denuncias como las de Eliaser, que contó cómo empleadas y subcontratas de Ring tuvieron acceso a vídeos privados sin límites ni aceptación por parte de quienes habían instalado las cámaras en su hogar o sus inmediaciones. También pretendía neutralizar las acciones de cualquier otra empleada crítica; como las que forman el grupo amazonemployees4climatejustice, que viene denunciando el impacto de la empresa en el cambio climático; o las que denuncian el uso de la nube de Amazon para la persecución administrativa a personas migrantes.

Más de 400 empleadas firmaron entonces a una campaña conjunta para denunciar públicamente los abusos de la compañía e intentar frenar los inminentes despidos de algunas de sus compañeras.

La clase trabajadora vilipendiada con ayuda de Ring

Las redes sociales han ayudado a popularizar Ring porque estas cámaras se han convertido en una fuente inmensa de contenidos para ellas. Algunas de las personas que tienen uno de estos vídeo-porteros se han encontrado en su metraje episodios cómicos y han decidido subirlos a TikTok, Instagram o Facebook burlándose de quienes aparecen, de manera no consentida y la mayoría de las veces no consciente, en sus vídeos.

En febrero de 2022, la periodista Gita Jackson publicaba un artículo en el que explicaba cómo esta tendencia había mutado en TikTok. Algunas de las personas que usan la red social dejan una nota en su puerta a los repartidores que vienen a entregar paquetes a su domicilio, forzándoles a bailar para las cámaras de vigilancia, y después suben a la plataforma el vídeo. Jackson apuntaba que, si bien el repartidor no está obligado a satisfacer la extraña petición, «debido a la obsesión por el cliente de Amazon, algunos conductores se sienten presionados a hacer cualquier cosa que diga un cliente para evitar recibir una mala crítica o una queja» y recogía declaraciones de trabajadores como esta: «Técnicamente, si el repartidor no sigue las instrucciones, puede recibir una penalización por no hacerlo!».

Lo que sí podemos hacer, desde un punto de vista de personas usuarias y compradoras, es rechazar las tecnologías que no nos son soberanas y que no respetan nuestra privacidad ni nuestros derechos fundamentales.

Amazon a la búsqueda de ampliar Ring

En noviembre de 2022 Amazon España publicó una nueva oferta de trabajo: «Buscamos un gestor de programas entusiasta para Ring». Señalaban que «el candidato ideal es un pensador estratégico, práctico, muy orientado a los procesos y a los datos».

Entre las responsabilidades del puesto destacan «la colaboración con los directivos y las partes interesadas para identificar los objetivos o crear contenidos». Esas partes interesadas, viendo cómo se ha desarrollado el trabajo en otros países, bien podrían ser las fuerzas de seguridad del Estado, filiales de redes sociales o canales de televisión. De momento, no hay indicios de que se hayan firmado en nuestro territorio acuerdos como los ya comentados de Estados Unidos. Sin embargo, entre las cualificaciones preferidas de quienes se postulen a la oferta de trabajo se citaba la importancia de encontrar un «hábil negociador con experiencia demostrada en la búsqueda de formas creativas de hacer más con menos».

No se sabe cómo desempañará esa persona su trabajo y qué consecuencias podrán tener para la sociedad civil los acuerdos que impulse su departamento. Lo que sí podemos hacer, desde un punto de vista de personas usuarias y compradoras, es rechazar las tecnologías que no nos son soberanas y que no respetan nuestra privacidad ni nuestros derechos fundamentales.

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