Contra la imposición de la familia. Aborto libre y gratuito

Para cualquier mujer el derecho a
abortar -en condiciones seguras para su vida y salud- es incuestionable y una
decisión que sólo ella debe tomar. Implica poder elegir sobre su vida y su
propio cuerpo, libremente, sin cuestionamientos sociales y mucho menos morales
o religiosos.

Rosa Fraile | Periódico CNT

Ilustración: Joan Turu

Pero plantear el tema del aborto
supone sacar a la luz otras cuestiones que afectan al conjunto de la sociedad –
y no solo a la mujer- y que están muy relacionadas con la dominación que el
sistema de poder ejerce sobre hombres y mujeres, además de afectar al
desarrollo de nuestras vidas sexuales y al modelo de sociedad en el que
querríamos vivir. Implica hablar de cómo nos relacionamos, de respeto, de igualdad,
de derecho a decidir, de modelos de familia, de maternidad y paternidad, de desarrollo
sexual, de planificación familiar y métodos anticonceptivos y por supuesto de
educación sexual. Temas que afectan al conjunto de la sociedad y que sirven
para establecer las bases de nuestras relaciones y romper barreras de género. Permitir
que sean “otros” quienes controlen ese derecho y decidan en qué casos puede o
no llevarse a cabo un aborto, implica tolerar una imposición y dominación
inaceptables, ejercida directamente sobre la mitad de la población y que va más
allá del hecho mismo del aborto, pues nos imponen, por ejemplo, una maternidad
heterosexual, -mientras que a otras personas se la niegan, gays y lesbianas-, y
un modelo concreto de familia.

Lo que intentan –quienes legislan
y gobiernan, quienes ejercen el poder- es perpetuar la familia patriarcal y
heterosexual, mantener un modelo de control y dominación en el que confían
todavía. Idea que se refuerza si consideramos que aún se reprime el libre
desarrollo sexual de las personas, que con carácter general no se educa ni en
el respeto ni en la igualdad y que en el caso de existir una mínima educación
sexual ésta es, muchas veces, lesiva para la persona dado el carácter represor
que suele tener -el aumento de casos de violencia machista entre adolescentes
no es casual, ni que sigan produciéndose agresiones homófobas-.

Considerando que “políticamente” no
preocupa la prevención del embarazo ni la educación sexual y que los métodos
anticonceptivos ni son baratos ni están al alcance de todas las personas, podemos
afirmar que con la nueva Ley del Aborto imponen la “maternidad” a toda mujer
que estando embarazada no desee ser madre. Históricamente quienes ejercen el
poder o pretenden hacerlo –gobernantes varios, capitalistas o no, junto con
iglesias y religiones- siempre han querido controlar nuestros cuerpos, nuestra
sexualidad y las consecuencias de su libre desarrollo. Sexo, embarazos, aborto,
casamientos, tipo de familia, monogamia o poligamia, heterosexualidad, roles…
ha sido conducido o impuesto. ¿Qué temen del libre desarrollo del cuerpo y de
la sexualidad en general y en particular del de la mujer? ¿Acaso su libre
desarrollo podría hacer tambalear los pilares de su sistema de dominación? Si
ello fuera cierto, el desarrollo de una vida sexual sana, sin trabas, sin
dominaciones, con relaciones basadas en el respeto y el reconocimiento de la
diferencia, sería revolucionario en sí mismo y resultaría fundamental para
llevar a cabo el planteamiento de cualquier proceso de transformación social.

Desde esta perspectiva,
reivindicar desde el mundo libertario un aborto libre y gratuito es incuestionable,
pues con ello estamos reclamando el derecho que todos y todas tenemos a decidir
sobre nuestro cuerpo, a tener el control de nuestras vidas. Reclamar el derecho
al aborto es por tanto fundamental en la lucha contra todo tipo de dominaciones,
que en este caso además facilitaría poder disfrutar de nuestros cuerpos, es ese
camino hacia una sexualidad libre y respetuosa. De este modo, hombres y
mujeres, no sufriríamos la aberración de la imposición de la maternidad o
paternidad es decir, la imposición de la familia.

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