Diario de mi fracaso escolar desde mi mas tierna infancia

Nací en un pueblo madrileño, alejado de la capital.
 A
los nueve meses entré en la casita de niños del lugar con diez niñ@s
más, una sola educadora y otra educadora de apoyo compartida con veinte
pequeños más de 2-3 años.
A los pocos días notaron que tenía
dificultades para hacer algunas cosillas y se preocuparon, hablaron con
la familia y llamaron al Equipo de Atención Temprana (E.A.T.) de la
zona, que asiste al centro cuando lo demanda, es decir, cuando existe un
caso, un posible Alumno con Necesidades Educativas Específicas
(A.C.N.E.E.). Acudieron en cuanto pudieron, pero su volumen de trabajo
no le permitió evaluarme hasta casi final de curso.
Cuando se inició el siguiente
curso escolar, tenía poco más de 1 año, gracias al diagnóstico del EAT
me incluyeron en la lista de espera de un centro de tratamiento, que
tenía una parte privada que me atendería inmediatamente por un módico
precio.
En la casita recibía apoyo del EAT, una orientadora me
visitaba una vez al mes exceptuando cuando coincidían diferentes pruebas
médicas, puentes y siempre que estaba malit@, que era muy a menudo, La
especialista en Audición y Lenguaje (A.L) del EAT venía dos veces al mes
en las mismas condiciones.
A partir de un buen día, empecé a viajar,
60 km, 30 de ida y 30 de vuelta, lunes y miércoles para recibir las 2
sesiones de MEDIA hora de estimulación.
Con 2 años el viaje era
diario, me matriculé en una Escuela Infantil pública de gestión
indirecta (eufemismo de: GUARDERIA PRIVADA CONCERTADA) que cumplía los
requisitos exigidos por la Comunidad de Madrid:

  • GESTIÓN
    PRIVADA: por una empresa de servicios, que destaca por su excelente
    gestión económica (recortando personal) y por varios procesos judiciales
    abiertos por malos tratos.
  • REDUCCIÓN DE TITULACIÓN: cada vez
    son menores los requisitos académicos y experiencia exigidos, que
    sumados a la falta de tiempo y espacios para formarse, coordinarse,
    reunirse e intercambiar experiencias, programar. Consigue educadoras
    poco motivadas gracias a una sobrecarga de trabajo, en jornadas
    interminables y con sueldos irrisorios (sobre 800 euros brutos al mes).
  • DISMINUCIÓN
    DE PLANTILLAS: suprimiendo educadoras de apoyo, lo que dificulta un
    trabajo por rincones, talleres de psimotricidad o música, etc.
  • RATIOS
    IMPOSIBLES: 8 bebés, 13 niñ@s de 1 a 2 años y 20 de 2 a 3, todos con la
    misma educadora y 1 educadora de apoyo cada 2 aulas como mucho.
  • BILINGÜÍSMO:
    priorizando en centros de 0 a 3 el conocimiento del inglés antes que
    los relacionados con la titulación de infantil o con la atención a la
    diversidad.
  • REDUCCIÓN AL MÁXIMO DE LOS EQUIPOS DE ATENCIÓN
    TEMPRANA (E.A.T.) incrementando el número de centros a los que atienden,
    y no el de profesionales.
  • LOGRAR UNA EDUCACIÓN DE CARÁCTER ASISTENCIAL.

Así
estuve hasta mis 3 años, en una guardería concertada, con una educadora
maravillosa, una educadora de apoyo para 2 aulas, es decir, para casi
40 niñ@s, que de vez en cuando nos decían “hello”,“red”,”blue”. Apenas
sabían nada de mi enfermedad, intentaban formarse y seguir las
indicaciones de la orientadora del EAT que venía una vez a la semana y
de la AL que lo hacía cada 15 días. ¡Vamos! seis visitas al mes a
compartir con otros 4 ACNEE.

Por desgracia no he
nacido en un lugar donde se tuviera en cuenta la educación pública, la
calidad de la enseñanza, la atención a la diversidad. Un lugar en el que
jugando aprendiéramos a ser libres, que la enseñanza se basase en la
educación integral; racional y no confesional; no autoritaria; que
buscase la igualdad de género y clase; que fuese autogestionada; que
usase la asamblea como técnica de resolución de conflictos y método para
organizarse abandonando los premios y castigos y los exámenes.
Naciendo
un nuevo mundo en el que los niñ@s sean libres, críticos, solidarios,
pero ante todo felices; el nuevo mundo que llevamos en nuestros
corazones. Un mundo libertario.

ensemad.cnt.es

RSS
Follow by Email
WhatsApp