Entrevista a Julián Vadillo: «La FAI se convirtió, en muchos casos, en un chivo expiatorio»

MEMORIA HISTÓRICA| Madrid | Foto de Álvaro Minguito | Extraído del cnt nº 428.

La Historia de la FAI ya no está por escribir. El historiador Julián Vadillo ha publicado con la editorial Catarata una monografía, subtitulada El anarquismo organizado, en la que disecciona el pasado tan relevante que tuvo la Federación Anarquista Ibérica, así como su relación con la CNT. El profesor de la Universidad Carlos III de Madrid especializado en historia contemporánea de España y Europa acerca a los lectores un compendio de lo que fue una FAI siempre perseguida y que, en todo momento, intentó estar a la altura de las circunstancias. El autor responde al CNT en esta entrevista que ahonda, más si cabe, en dar algo de luz a una historia repleta de claroscuros, en muchas ocasiones más impuestos que deseados.

Pregunta.— En el imaginario colectivo siempre parece que la FAI estuvo ligada a la CNT, pero esto no fue así del todo. ¿Qué diferenciaba a las dos organizaciones anarquistas?
Respuesta.— Tienen ámbitos de actuación distintos. La CNT es un sindicato y como tal se mueve en el entorno laboral, busca la afiliación de los trabajadores y es una organización de masas, aunque con un concepto ideológico marcado. La FAI es una organización específica anarquista que intenta coordinar a todos los grupos que se quieran adherir a ella y busca a través de la agitación, la acción y la propaganda la extensión de las ideas anarquistas a todo el cuerpo social.

P.— En aquellos momentos que consideraban de forma acertada prerrevolucionarios, la FAI trataba de dar a conocer las ideas anarquistas para lograr la revolución cultural e individual en dicho periodo. ¿Lo consiguieron? ¿El anarquismo hubiera sido tan fuerte durante la Guerra Civil sin la FAI?
R.— El anarquismo siempre fue una alternativa real en España hasta el final de la Guerra Civil. La FAI, como una de las organizaciones componentes de ese movimiento libertario contribuyó de forma decisiva a esa finalidad entre el periodo de su fundación en 1927 y el final del conflicto. No es un agente único, pero desde luego no se entiende la historia del anarquismo si no es con la historia de la FAI.

P.— Al pensar en la Federación Anarquista sobrevuela la idea preconcebida de asesinatos, atracos y atentados, una tesis que desecha en su libro a través de la bibliografía del momento. ¿Quién expande estas ideas? ¿Surtieron efecto en los obreros?
R.— Es uno de los lugares comunes en los que se inscribe, de forma intencionada, al anarquismo. Desde finales del siglo xix planeó la idea de una internacional oculta que, dominada por los anarquistas, trataban de desestabilizar los estados. Eso motivó multitud de leyes que cercenaban las libertades de asociación (los casos de Francia, Italia, España o Portugal fueron paradigmáticos). Eso fue constante en toda la historia del anarquismo y la FAI se convirtió, en muchos casos, en un chivo expiatorio. Los orígenes y defensores de esas ideas eran diversos. Desde enemigos marcados del anarquismo hasta rivales que veían en la FAI un peligro a atajar. Ideas que se alejan de la realidad cuando analizamos y trabajamos la historia desde las fuentes primarias.
Es evidente que en algunos círculos aquellas ideas hicieron fortuna, pero donde mayor eco han tenido ha sido en la historiografía desde distintas perspectivas.
Una labor del historiador tiene que ser romper este lugar común.

La única forma de desterrar la imagen negativa, no solo de la FAI sino del anarquismo, es conociendo su historia.

P.— En el libro establece que con la llegada de la Segunda República «se tendió a presentar un movimiento libertario compuesto por un núcleo sindicalista coherente frente a un sector radical y anarquista que condujo a la CNT al desastre», aunque también niega esta postura en la publicación. ¿Intentó la FAI que los errores del anarquismo recayeran en ella y no en la central anarcosindicalista?
R.— Es una de las estrategias que tuvieron siempre las organizaciones específicas, ya fuese la Alianza de la Democracia Socialista o la Organización Anarquista de la Región Española (OARE) en el siglo xix o la FAI en el siglo xx. Aquí hay una cuestión que es de mucho interés y que determinada historiografía ha negado sistemáticamente. Para los anarquistas las organizaciones obreras se tenían que mover en la legalidad, pues era la mejor manera de poder conseguir objetivos y crecer. La clandestinidad en la organización obrera era inoperante. Sin embargo, los grupos sí que se podían mover con mucha soltura en períodos de ilegalidad o persecución, por lo que el tema de las responsabilidades era más fácil de abordar.

P.— La FAI llegó a fusilar a uno de sus integrantes en Barcelona por cometer ciertos atropellos en la retaguardia republicana, una vez empezada la contienda. ¿De qué forma se podría desterrar la imagen tan denostada de esta organización?
R.— La única forma de desterrar la imagen negativa, no solo de la FAI sino del anarquismo, es conociendo su historia. Una historia, que, como todas, está llena de luces y sombras, de triunfos y de derrotas. De nada vale denostar a una organización, pero tampoco vale de nada encumbrarla. Ambas cuestiones solo la deforman.

P.— La organización Mujeres Libres fue excluida del movimiento libertario por decisión de la CNT, la FAI y las FIJL al final de la Guerra, pero sí pudieron formar parte de la estructura en el exilio. ¿De qué forma estuvieron presentes las mujeres en la FAI? ¿Entendieron que Mujeres Libres no estuvieran englobadas dentro del movimiento anarquista?
R.— Hubo importantes mujeres que estuvieron integradas en los grupos anarquistas. Los casos de Teresa Claramunt o Federica Montseny fueron paradigmáticos. Con Mujeres Libres el conflicto fue de espacios. Para muchos anarquistas, incluidas bastantes mujeres, la lucha femenina ya se realizaba desde la organización sindical y específica, por lo que una organización específica de mujeres solo servía para romper la unidad. Otras no lo entendían así, y veían que a pesar de su participación en esos organismos necesitaban de otro que defendiese sus derechos como mujeres. A pesar de las resistencias, al final esta opción fue la aceptada.


Historia de la FAI (El anarquismo organizado)
Autor: Julián Vadillo Muñoz
Prólogo: Juan Pablo Calero
Editorial: Catarata
Año edición: 2021 / Páginas: 256
Precio en papel: 18 € / En eBook: 10,99 €

Julián Vadillo (Madrid, 1981), ducho en la investigación e historiografía de la Guerra Civil y el mundo libertario, firma una monografía tan necesaria como pionera para la memoria, aunque también presente, del anarquismo. La editorial Catarata se presta a ser la casa en la que el historiador aborda la Federación Anarquista Ibérica (FAI), sus aristas, el aspecto transfronterizo, los grupos e individualidades. Un minucioso trabajo de documentación eclosiona en 253 páginas repletas de apuntes, referencias, datos e información que aportan la luz que la FAI siempre tuvo en medio de la oscuridad que le impusieron.

Haciendo las veces de prologuista, Juan Pablo Calero abre las puertas a una obra sencilla y fecunda, donde lo cronológico vertebra la historia de la FAI, inacabada, como todo lo que sigue vivo. Vadillo escribe ligero, sin ambages, recalando en cada observación y dándole el peso que se merece en el global de la Historia. El historiador reconstruye, minucioso, los pasos de una FAI que sería tan denostada en el futuro como consciente de la situación durante la Guerra Civil sin evitar hablar de las relaciones con la CNT. Desde el caldo de cultivo que después terminaría lo que algunos, prestos, casi denominarían como un monstruo de mil cabezas, Vadillo reconstruye un capítulo de la cosmogonía libertaria que sigue interpelándonos mediante un nosotros que no deja de crecer.

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