Impuestos, un arma del poder

Que los impuestos son un robo, no lo duda nadie. Era un robo cuando el señor feudal cobraba a sus siervos por emplear sus molinos, por utilizar sus puentes y transitar por sus caminos, todo ello, y muchas más cosas, regalía personal; y sigue siendo un robo en la actualidad, cuando el Estado (actual señor feudal), nos cobra por comer unos alimentos que hemos pagado, por utilizar unas carreteras que hemos construido o pagamos por el trabajo que hemos hecho.

Hoy como ayer, los que menos tenemos y más trabajamos somos los encargados de sustentar a los que menos trabajan y más tienen. Injusticia social amparada por el desconocimiento, por la ignorancia impuesta, por la desorganización de la clase obrera. Años y años repitiendo que somos simple y llanamente ciudadanos, como si tuviéramos algo que ver con los Botín, Koplowitz, Entrecanales o los Amancio Ortega de turno, nos ha llevado a la actual situación en donde un día tras otro vemos como se reducen los impuestos que deben pagar las grandes fortunas (reducción de las retenciones por IRPF, supresión de los impuestos de transmisión de patrimonio, etc.) al tiempo que la clase obrera debe costear todo el aparato estatal. Se reducen los impuestos directos para incrementar los indirectos, o lo que es lo mismo, dejan de pagar los que más tienen por sus patrimonio a pagar los que menos tenemos a través del consumo, como si el incremento de 2,9 céntimos por litro de gasolina y gasóleo supusiera lo mismo en el bolsillo de Florentino Pérez, tan mediático en los últimos tiempos, que en el de un trabajador que cobra mil euros al mes y que, llenar el depósito de su coche, le puede suponer casi 6 euros más que en enero, el 0,6% de su salario, lo cual tiene mayor significado si tenemos en cuenta los “grandiosos logros” del sindicalismo oficial y su aceptación de la movilidad laboral, de tal manera que, de nuevo, repercute en el trabajador los desplazamientos al puesto de trabajo que se encarecerán con esta nueva medida. Pero es que este incremento de tributación indirecta, no sólo repercutirá en el precio de la gasolina, sino en toda la economía pues, por algo, depende esta sociedad del combustible fósil.

En este camino hacia el fraude directo al bolsillo de los trabajadores y trabajadoras de este país, se entiende la alegría con que los empresarios han acogido estas medidas, proponiendo a su vez nuevas formas más “ingeniosas” de robar al proletariado: reducir las cotizaciones de las empresas a la Seguridad Social por cada trabajador hasta un 5% y equilibrar las cuentas con un incremento similar en el IVA. Esta fue la propuesta realizada por Javier Gómez-Navarro, presidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio, estos últimos días. ¿Qué significa esto? Pues nada más y nada menos que sean los propios trabajadores quienes cubran los costes de la Seguridad Social, mientras los empresarios reducen sus costes y mantienen sus ingresos, máxime cuando tenemos en cuenta que ningún trabajador puede desgravar el IVA que se le cobra, mientras las empresas si lo pueden hacer, de ahí que los empresarios estén tan dispuestos a que se suba el IVA.

Y lo más lamentable de este incremento de los impuestos indirectos es que se justifique en la necesidad de cubrir los costes sociales del actual desbarajuste económico.

La cuadratura del círculo no fue el diseño de Leonardo Da Vinci; la perfección es hacer cargar sobre los damnificados los costes de una crisis económica que tiene su origen directo en la especulación bancaria. Así, mientras los bancos reciben ayudas de todo tipo para mantener sus márgenes de beneficios, al tiempo que no se les pide cuentas, al proletariado, máximo perjudicado y que sufre unas tasas de desempleo brutales, sólo se le ayuda a ser más pobre, estar en una situación de mayor precariedad laboral y endeudado de por vida por un lugar en donde vivir, pagando cada día más para poder subsistir.

Esta es la verdadera realidad que se esconde tras las propuestas de los empresarios y las medidas tomadas por este supuesto gobierno de carácter socialista, medidas que sólo pueden salir adelante en una sociedad completamente narcotizada por el oropel del espectáculo mediático, que llega a organizar multitudinarias manifestaciones porque un equipo de fútbol gana o pierde, pero que no mueve ni un dedo para impedir que desde el poder se les siga robando los pocos ingresos que tienen. Como anarcosindicalistas que somos, nos queda por delante una ingente labor para hacer entender al proletariado cuál es su posición en esta sociedad y cuáles son los instrumentos que tiene para construir una verdadera sociedad igualitaria; trabajo ingente, es cierto, pero no imposible. Torres más altas han caído.

Secretario General CNT-Canarias

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