La nada sobre la nada

OTRAS MIRADAS | Valladolid | Versión extendida del artículo | Ilustración de Jaume Molera | Extraído del cnt nº 425

Todo lo que se viene a llamar la España vaciada, no siempre fue un telón de fondo paisajístico para que los pasajeros de los trenes de la alta velocidad perdieran la vista. Esas zonas ahora baldías y despobladas, atesoran el 60% del patrimonio artístico y cultural de la península. Esas comarcas deprimidas y despobladas, en algún momento de la historia albergaron más de la mitad de la población del conjunto del estado

En 14 provincias del interior el porcentaje de pueblos en vías de extinción supera el 80% y el problema se recrudece en otras 8. Soria y Zamora lideran esta macabra lista de la que tampoco se escapan las provincias de Zaragoza y Valladolid, pues pese a ser grandes ciudades, fuera de su alfoz la situación también es dramática.

Las consecuencias de las continuas derrotas populares se consolidaron de una manera formal durante la transición, donde se abrieron procesos económicos y sociales que dieron la puntilla al ya durante siglos deteriorado mundo rural. Las líneas de ferrocarril que unían la mayoría de esas comarcas fueron clausuradas en 1984, al exonerar el gobierno al operador público (Renfe) del mantenimiento de esa infraestructura. La excusa fue la baja rentabilidad del transporte social ferroviario. La realidad, es que se apuesta por un centralismo económico en favor del gran capital, que destruye el tejido de comunicaciones que une pueblos y personas, para desarrollar un modelo más deficitario aún, que une ciudades y capital económico. Siguieron las escuelas rurales a partir de 1986 bajo el plan de colegios rurales agrupados y ahora, por último, implementando un nuevo modelo sanitario de gestión rural no presencial, que es en definitiva una reorganización centralizada del único servicio público que parecía lograr mantenerse en pie, la atención primaria.

Al capital siempre le interesó la mano de obra del mundo rural por dos motivos: la necesaria mano de obra ante la expansión económica de los años 60 y 70 del siglo pasado y por otra, anular la protesta ante la nefasta gestión medioambiental que impulsan. Desde la comunidad científica alertan del daño irreversible que el actual modelo económico está causando en todos los ciclos de la vida del planeta y de la insensatez en defender un modelo de crecimiento continuado en un planeta con recursos limitados. El espejo de esto que sucede a nivel internacional se vive también en nuestros pueblos, convirtiéndose para nuestra desgracia en un basurero de residuos generados por la sociedad moderna, en un insano circo de ocio cañí subvencionado por los entes públicos, en un campo de pruebas temático para un turismo agresivo y depredador para pasar los meses de verano, en el lugar donde extraer materias primas a cualquier coste y sobre todo, en un gran coto de caza donde la gente que viene de la urbe sean dueños y señores de un ocio innecesario que impide otras alternativas más beneficiosas para quienes viven en el mundo rural.

La alternativa libertaria

El congreso de 1919 en el teatro de la Comedia fue fundamental para dotar a la CNT de un programa agrario de lucha y para sumar fuerzas, incorporando al sindicato la Federación de Obreros y Agricultores (FNOA).
Las aspiraciones de los campesinos y jornaleros fueron desde 1919 muy tenidas en cuenta en los congresos de la CNT. La tabla reivindicativa que saldrá del congreso de mayo de 1936 en Zaragoza, hace ver que el pragmatismo no tiene que estar reñido con los profundos cambios revolucionarios necesarios en el campo agrario: junto a la expropiación sin indemnización de las propiedades de más de 50 hectáreas de tierra y la confiscación del ganado de reserva, aperos de labranza, maquinaria y semillas, se prioriza el usufructo de tierras y recursos por los sindicatos de campesinos para la explotación directa y colectiva de los mismos y la abolición de impuestos, deudas y cargas hipotecarias de los pequeños agricultores; se fomenta la mejora de los recursos públicos y se postula una solución inmediata al paro agrario mediante la reducción de la jornada de trabajo y la nivelación de los sueldos con el coste de la vida.

Algunas de las medidas consensuadas en este congreso no pasan por ser más que reformas, incluso de carácter interclasista, con otras de carácter revolucionario. Posiblemente, no intuirían que muchas de esas medidas tuvieran que ponerse en práctica meses después al comenzar la guerra social. Miles de trabajadores del campo y de la ciudad demostraron que desde el trabajo colectivo se puede gestionar no solo la agricultura y la ganadería, sino toda una sociedad moderna, llenándola de valores morales bajo un reparto equitativo de la riqueza que nace de la igualdad social y económica.

Por otro parte, el mundo actual ha cambiado demasiado y algunas de estas medidas serían hoy en día no solo ambiciosas sino obsoletas y ajenas al mundo que se pretende transformar. Compañeras y compañeros a nivel individual y varios sindicatos que conviven en su día a día con estos problemas, han hilado y puesto al día algunos de los puntos básicos en los que se debe de apuntalar el anarcosindicalismo del siglo XXI en los entornos rurales. Sin necesidad de crear una guía de acción o una tabla reivindicativa, y desde la humildad con la que debemos mirar al problema de la despoblación, voy a intentar sintetizar algunos trazos por los que debería el sindicato llevar a cabo su acción sindical y social en las zonas rurales (a corto y medio plazo), basado en la ponencia de CNT Valladolid en el II Foro Libertario en Pobladura de Sotiedra y en el posicionamiento de la CNT de Teruel con respecto a la España vaciada:

  1. Defensa de los derechos básicos y de los servicios sociales que los soportan (educación, sanidad, transporte, cultura popular), incidiendo en su autogestión. Discriminación positiva ante la fiscalidad, dotando de recursos a las zonas despobladas para el acceso al transporte sostenible y a la vivienda.
  2. Defensa de las estructuras democráticas tradicionales, basadas en la gestión común que aún perviven.
  3. Defensa de la agricultura y de la ganadería tradicional, de la agroecología y del entorno rural y natural. Campañas de concienciación para poner en valor el consumo de productos de cercanía. Contacto continuado con experiencias de economía social y con proyectos de producción sostenible. Conocimiento y estudio del volumen actual de propiedad comunal existente en el estado español.
  4. Apoyo económico y humano a experiencias culturales, docentes o sanitarias de carácter social, que se afinquen en los entornos rurales.
  5. Incentivo de la figura del maestro rural, apertura de las aulas como servicio esencial para revertir la despoblación.
  6. Creación de redes y servicios que permitan y garanticen de forma accesible los cuidados de las capas de población envejecida y personas dependientes.
  7. Despenalización de la okupación de pueblos abandonados en proyectos basados en la soberanía común y en el respeto al medio. Creación de planes de rehabilitación de viviendas y creación de una bolsa de alquiler no especulativa.
  8. Coordinación de proyectos del medio rural con grupos colectivistas organizados en las ciudades. Es necesario abrir foros y proyectos conjuntos para empezar a trabajar en la solidaridad de ida y vuelta y con ello, hacer posible que el mundo rural pueda empezar a sumar.
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