La sanidad pública, nosotras que la queremos tanto…

El 12 de febrero las calles de Madrid, Santiago y Burgos, se llenaron de vecinas y vecinos, de clase trabajadora, de la que forman parte -o deberían identificarse así- las sanitarias de cualquier categoría: doctoras de todas las especialidades, enfermeras, auxiliares, técnicas de laboratorio, microbiólogas, limpiadoras, cocineras, administrativas, informáticas, electricistas, informadoras, celadores, psicólogas, trabajadoras sociales, farmacéuticos, fisioterapeutas, protésicos, MIR, FIR,…

Planeando todos estos años la distorsionadora estructura sindical de este sector, 99% corporativa y gremial, hemos estado asistiendo al clamoroso silencio con el que muchos sindicatos de clase han reaccionado ante las movilizaciones y huelgas de sindicatos corporativos, pero que esta vez, en algunos casos, se lanzaban con reivindicaciones de servicio.

Parece que queremos ser muy severas con los colectivos médicos gremiales que nada más pestañear, en su protesta plantean reivindicaciones contrarias a la mejora del servicio público e insolidarias con el resto de las sanitarias, como son las del SM de Navarra. Es cierto que este sindicato quiere aprovecharse de la coyuntura reclamando -hace unos días- un complemento de productividad de mil euros mensuales para suspender la huelga, una mejora de pluses por guardias y tutorías, un número máximo de pacientes que ellos controlen, junto con la eliminación de la exclusividad, sin pérdida retributiva, pues todo esto unido, acelera la privatización y empeora el sistema público. En CNT defendemos la incompatibilidad entre ejercicio público y privado. Ya el gobierno de Navarra ha aceptado subidas, máximo de 32 pacientes por día en Atención Primaria y 12 minutos de consulta presencial, con un tope de 300 minutos asistenciales para dejar espacio a la formación y la investigación. Veremos lo que ocurre en la mesa con LAB, SAE, UGT, ELA y CCOO y las condiciones del colectivo médico, porque el resto de colectivos sanitarios requieren mejoras desde hace mucho tiempo.

Pero eso no es, en absoluto, lo que está inspirando las movilizaciones en esa comunidad de otros facultativos y sobre todo en Madrid, Galicia o Castilla y León. Por ello, no se entiende el silencio de sindicatos de clase o corporativos ante largas huelgas que reivindican dignidad en el servicio.

En Madrid se polariza contra Ayuso y la política de desmantelamiento del Sistema Público para poner en brazos de las aseguradoras privadas a las atribuladas ciudadanas que se lo pueden permitir. Con un aniquilamiento progresivo, eligiendo primero las áreas más rentables y como las madrileñas eran muy necias y seguían prefiriendo la sanidad pública, han pasado a disolver la Atención Primaria.

Claro que no es sólo Madrid, comunidad rica que está a la cola de inversión en sanidad, gobernada desde hace décadas por el PP, sino otras muchas más, de variados signos políticos. Pero no por eso podemos pasar por alto el sufrimiento de la clase trabajadora en Madrid, burlada y abandonada ante la enfermedad o la prevención de la misma, donde se abren centros sanitarios sin médicos y a la que no escapan las criaturas, pues centenares de miles no tienen ni asignado pediatra. A la que no escapan las mayores que, tras dar su esfuerzo y sus impuestos durante toda su vida, fueron condenadas a muerte, sin juicio, negándoseles una oportunidad de salvarse: 7000 mayores aniquiladas y sus responsables se ríen en la cara de las familias. Siempre nos preguntamos qué reacción tendríamos si esta población vulnerable fuera infantil.

La Atención Primaria evitaría la cuarta parte de las hospitalizaciones, pero eso no interesa.

La Atención Primaria es básica para poder desarrollar un sistema integral orientado a la salud de la población, pero eso no interesa.

¿Y qué es lo que interesa?

– Interesa cumplir los planes de los organismos internacionales, poner en manos de los fondos como Black Rock todo lo que había público en los escasos países con sistemas articulados.

– Interesa echar la culpa a otra administración o bien a otro partido.

El capitalismo no es un sistema viable, por eso tiene que piratear y robar lo que ahorramos colectivamente. Y puede hacerlo porque tiene unos aliados que con diferentes marcas colaboran en este plan: las leyes y las urnas. Ambas pasan por los partidos políticos.

Leyes: Las que partieron de integrantes del actual gobierno más progresista de la historia y que se olvida derogar cuando llega a la Moncloa. Es el caso del PSOE, impulsor de la Ley 15/97 (la que bendice el marco privatizador) y las derivadas de la Ley General de Sanidad 14/86. O la coalición Unidas Podemos, cuya titular del ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, precedida por Pablo Iglesias, no ha considerado prioritario impulsar una Ley Estatal de Residencias, tras el genocidio habido. Entre otras cosas, esta ley es necesaria para que la atención sanitaria de las mayores que viven en residencias esté a cargo del sistema público de salud o de unos mínimos de marco, igual que existen para educación.

Urnas: El problema no es sólo Ayuso, sino aquellos partidos que no incluyen en su programa la derogación de estas licencias para privatizar y cuando lo hacen, no lo cumplen.

Muchos carteles en la gran manifestación del 12F decían: Recuerda que hay elecciones en mayo, no te equivoques.

Nosotras decimos: Leyes, urnas, partidos, sindicatos del poder,…Recuerda qué trayectoria tiene quien te pide el voto . Si lo lleva en el programa lo puede incumplir, pero si no lo lleva, además…..

Gobierno: Si la sanidad no se vende, derogad las leyes de la privatización que amparan a Ayuso. Es fácil. Así es como se defiende el Sistema Público de Salud, no yendo un domingo a la pancarta para hacer campaña.

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